La cultura es masculina

En una de sus últimas entrevistasCarlos Fuentes decía que la revolución de las mujeres es una victoria de la humanidad, no solo de las mujeres. Un hecho evidente que, en cambio, a menudo se expresa y se piensa de una manera completamente diferente, como si los derechos de las mujeres fueran un capricho, una manía, una obsesión que tiene un colectivo minoritario. Es la sensación que dan frases recurrentes como «es que las feministas tal y cual» o «diré tal cosa y sé que las feministas se me echarán encima». Y digo yo, ¿no deberíamos ser todos feministas? ¿No debería ser un principio ético fundamental el de la defensa de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres? Pero desde hace un tiempo la palabra feminismo ha pasado a formar parte del vocabulario considerado obsoleto, como si ya estuviera superado e incluso hay quien cree que es el equivalente femenino de machismo.

Lo más grave es que no solo son hombres los que se posicionan de esta manera sino que algunas mujeres también rehuyen cualquier reflejo en la ideología feminista, supongo que para no tener que admitir que aún estamos discriminadas en muchos ámbitos. Por ejemplo, y tomando la realidad que tengo más a mano, es escandalosa la descompensación numérica entre hombres y mujeres cuando se da un vistazo a cualquier agenda de actos literarios, suplementos culturales o catálogos editoriales. A menos que la temática del evento sea la literatura femenina, claro. ¿Instituciones culturales y demás? En lo alto casi siempre hay hombres. Por eso cuando me llegó la petición del Grup de Cultura de Feministes de Catalunya de adherirme a la carta abierta que dirigen alconsellerMascarellpara pedir la paridad en el mundo de la cultura no lo pensé dos veces. Y viendo la cantidad de mujeres que la firman y su diversidad ideológica queda claro que hablamos de una evidencia constatable y no de la manía persecutoria de cuatro tronadas.