Proyecto social de BCN

Cuidados para todos

El modelo asistencial debe avanzar hacia otro más igualitario que implique a toda la comunidad, tanto a las personas que cuidan como a las cuidadas

Una cuidadora acompaña a una mujer en silla de ruedas en Barcelona.

Una cuidadora acompaña a una mujer en silla de ruedas en Barcelona. / periodico

Marta Roqueta

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El Ayuntamiento de Barcelona ha presentado su ambiciosa medida de democratización de los cuidados en la ciudad. Partiendo de la teoría económica feminista, entiende los cuidados como todos aquellos trabajos necesarios para el sostenimiento de la vida. Una visión que pretende sacarlos del modelo asistencial en el que se circunscriben y avanzar hacia uno que implique a toda la comunidad, tanto como cuidadora como cuidada, y que incluya un enfoque preventivo.

Los trabajos de cuidados no suelen ser remunerados, tienen poco prestigio social y los desarrollan mayoritariamente mujeres. Las versiones profesionalizadas, como la atención a personas dependientes y el trabajo doméstico, adolecen de una alta precariedad, incluso de ausencia de derechos. A ello hay que sumar la situación de vulnerabilidad de muchas de las profesionales, mujeres racializadas o migradas.

Dada la complejidad, la medida pretende tanto reconocer la importancia de los cuidados como socializarlos, implicando la red comunitaria, las instituciones, las empresas y la economía social. En paralelo, se busca un empoderamiento de las personas cuidadoras y cuidadas, que pase por reconocer y eliminar las desigualdades de raza, género y clase que marcan la economía de cuidados.

A pesar de la idoneidad de los ejes, ya en la presentación de la medida varias asistentes apuntaron que debía haber un debate social sobre cómo definir el derecho a los cuidados y, sobre todo, su universalidad. En función de ello, las asistentes destacaron la necesidad de definir el papel de la Administración pública, algo que no es baladí. Por un lado, muchas iniciativas de cuidados, también las privadas, dependen en gran parte de la Administración, que ha sufrido recortes económicos en los últimos años, así como de la voluntad de las personas participantes. Por el otro, porque es difícil, cuando no imposible, medir el éxito y la sostenibilidad de los trabajos de cuidados aplicando los parámetros que utilizamos en sectores mercantilizados. Estas cuestiones reflejan las tensiones entre la dimensión global y la local: el municipio y el barrio son fundamentales para el correcto desarrollo de los trabajos de cuidados, pero lo hacen condicionados por dinámicas políticas y económicas marcadas por instituciones, y debates, que trascienden sus límites territoriales.

Otro aspecto destacado durante la presentación fue que el estudio diagnóstico tuvo dificultades para recoger las experiencias de familias monomarentales, mujeres mayores de 90 años y mujeres migradas con hijos a cargo. Colectivos, todos ellos, con altos índices de pobreza económica y de tiempo. También se habló de la necesidad de incluir a la gente joven en las políticas de cuidados, algo que considero fundamental: raramente se nos ha considerado como cuidadores, pero mucho menos como personas a cuidar. La crisis económica nos ha golpeado con fuerza; es importante hablar sobre cómo preservar nuestra salud física y mental. Así pues, es necesario que, mientras se implanten las acciones de la medida, se siga investigando para incluir más realidades.