ANÁLISIS

Cuidado con la paz a cualquier precio

MONTSERRAT RADIGALES

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Los movimientos que desde hace días se aprecian en relación a la crisis de Ucrania recuerdan las guerras de los Balcanes en los 90: Un EEUU que exhibe una retórica beligerante contra la «agresión de Rusia» y que parece dispuesto a enviar armas a Kiev frente a la oposición de la mayoría de países de la UE; las tensiones transatlánticas derivadas de este desacuerdo que se reflejan ya en el seno de la OTAN; y a todo ello se añade una iniciativa diplomática europea que incluye algún «plan de paz» para hacer callar las armas aunque, a falta de conocerse los detalles, no esté claro que aporte una resolución de los problemas de fondo.

Durante casi cuatro años, entre 1992 y 1995, EEUU y los europeos mantuvieron en Bosnia un pulso similar al actual. Washington quería levantar el embargo de armas que en la práctica castigaba al Ejército bosnio porque los rebeldes serbios a las órdenes de Radovan Karadzic y Ratko Mladic ya recibían desde Serbia armas y combatientes, igual que los rebeldes prorrusos del este de Ucrania los reciben ahora desde Rusia. Los europeos alegaban, igual que ahora, que sería echar «más leña al fuego», como si el incendio tuviera visos de extinguirse. Fue una fuente de tensión continua entre ambos lados del Atlántico. Al final, EEUU envió armas a escondidas y el tablero militar empezó a cambiar hasta que llegó la intervención internacional.

Poca gente recuerda ahora las UNPA (Áreas de Protección de Naciones Unidas) que la mediación internacional impuso a Croacia en 1991 en los territorios que controlaban los rebeldes serbios. Congelaron el conflicto durante cuatro años, pero si el Ejército croata no las hubiera retomado por la fuerza en 1995, Croacia tendría ahora un estado dentro del Estado -como ocurre en Bosnia- que provocaría una grave disfunción institucional y sería una fuente de inestabilidad permanente. Croacia es hoy un próspero miembro de la UE, mientras que Bosnia es aún un frágil protectorado internacional.

Cuidado con la paz a cualquier precio que legitima, aunque con disimulo, las conquistas militares del más fuerte. Ojalá que Merkel y Hollande refresquen la memoria.