Pequeño observatorio

Cuidado con dictar sentencias

El consumo del alcohol por parte de los adolescentes ya se ha convertido en un problema grave

Unos jóvenes hacen 'botellón' en la vía pública.

Unos jóvenes hacen 'botellón' en la vía pública.

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Me siento ante mi vieja amiga, la máquina de escribir, con la intención de hablar del alcohol. Me aparece una duda: ¿he hablado de ello hace poco? El artículo diario tiene eso: los artículos y el tiempo se comprimen, pasan rápidamente. Pero tranquiliza pensar que quiero comentar un artículo que hace pocos días apareció en EL PERIÓDICO con un encabezamiento muy rotundo: «El 30 por ciento de los adolescentes beben hasta emborracharse».

Existe la propuesta de una ley centrada en la prevención, educación y apoyo a las familias. Varias entidades colaboran en la iniciativa impulsada por la Fundación de Ayuda a la Drogadicción (FAD). El problema es grave. Se dice que siete de cada 10 adolescentes de entre 14 y 18 años han bebido en el último mes y el 30% hasta llegar a emborracharse. El consumo se ha disparado.

No ha tenido mucho éxito, sin embargo, la palabra «embriagado», que es de tradición clásica y superviviente en la literatura catalana. El término «borracho», en cambio, se ha impuesto popularmente y querido buscar de dónde venía. El gran lingüista catalán Joan Coromines -tan poco citado ahora- explica que 'borracha' es el nombre de una botella de cuero que servía para llevar vino y también para 'beure a galet'. Coger una borrachera bebiendo a chorro exige una notable insistencia.

Tuve un buen amigo que a veces bebía más de la cuenta. Y un publicista que conocí hace muchos años murió de un 'delirium tremens'. No recuerdo si fue en Londres, tal vez sí, una tarde entré en una taberna que había colgado en la puerta este rótulo: «Recuerde que el alcohol puede matar».

Advertir de esta posibilidad está muy bien. Pero las sentencias generalizadoras no son justas. He comprado un paquete de tabaco donde se lee: «Fumar mata». Mis 91 años protestan: «Eh, que todavía estoy vivo!». No confundamos posibilidades con certezas