Al contrataque

El cuento de la lechera

SÍLVIA CÓPPULO

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Es el cuento de la lechera pero al revés, le espetó Oriol Junqueras a José Manuel García-Margallo en el debate televisado. Hasta ese momento muchos catalanes no podían entender cómo una y otra vez el Gobierno español repetía sin cesar que a Catalunya le va a ir todo malísimamente mal si decide configurarse como estado. Al fin, descubrimos el truco. El argumento es como sigue: expulsada de Europa, los consumidores no comprarían los productos que Catalunya pudiera producir (fueran o no de calidad y a buen precio). O sea que Catalunya vendería muy poco fuera. Como no vendería, muchos catalanes, pobres, irían al paro, y Catalunya pasaría a ostentar el mayor porcentaje de paro del mundo mundial (según el ministro). Con lo cual, al no haber suficiente número de personas trabajando, los jubilados no podrían cobrar una mínima pensión digna, y además, todo ello provocaría una fuga de depósitos, o sea el tan cacareado corralito, que consiste en ir al banco y que este no te pueda dar tus ahorrillos. La ruina total y apocalíptica, aseguraba Margallo. Y solo era un ejemplo más.

¿El cuento de la lechera al revés? ¿Castillo de naipes? ¿Un montón de mentiras entrelazadas? El ministro y el republicano han grabado el debate. Margallo no ha podido oír, consecuentemente, que el gobernador del Banco de España, ha tenido que tragarse sus propias palabras proferidas hace tan solo 48 horas y admitir ahora que no va a haber corralito alguno en Catalunya. Siniestro altamente improbable, balbucea un Luis María Linde, avergonzado ante las cámaras ante la presión de las entidades internacionales.

Política en mayúsculas

Margallo tampoco sabe aún que la Comisión Europea tendrá que disculparse del error humano, desliz o lo que sea, de un funcionario -seguramente español- que añade de su propia cosecha un párrafo (que no figura en el original en inglés) a un texto para hacer creer a los catalanes que una Catalunya independiente quedaría fuera de la Unión Europea. Se utilizan argumentos, medias verdades y mentiras. Pero que Margallo debata con Junqueras, demuestra hasta qué punto las elecciones del 27-S son plebiscitarias. El debate tiene nivel.

Llegamos al domingo exhaustos. Sabemos que el Gobierno español no se lo va a poner fácil al catalán. Confiamos en que este último negocie bien, porción de deuda pública incluida. A la Unión Europea le interesa Catalunya como estado contribuyente neto. Y gane quien gane el domingo, el lunes la independencia no habrá llegado. A partir de ese día, en Barcelona, Madrid y Bruselas van a tener que sentarse y dialogar. Política en mayúsculas, es decir, el arte de hacer posible lo imposible empieza en las urnas. Olvidemos, pues, el cuento de la lechera del derecho y del revés.