AL CONTRATAQUE
Cuéntame un cuento
El 'president' despuesto ha olvidado contarle a la prensa europea que él se ha saltado la ley sistemáticamente, antes y después del 1 de octubre
Cristina Pardo
Periodista
CRISTINA PARDO
Hace unos días trascendió que Jordi Sànchez, el presidente de la ANC, estaba molesto porque había presos que en Soto del Real le gritaban «¡Viva España!». Su abogado lo justificó alegando que ese tipo de soflamas carcelarias infringían a su cliente un «daño moral». Supongo que el mismo daño que sufría el compañero de celda que pidió el traslado, ante «la matraca» de Sànchez sobre la independencia. Hoy no puedo dejar de preguntarme qué tipo de daño estará sufriendo Jordi cuando vea que el día que él acudió a declarar a la Audiencia Nacional, la estrategia no pasaba por el viaje a Bélgica. Ni él ni Jordi Cuixart, líder de Òmnium Cultural, pudieron coger un coche, 'a lo Thelma y Louise', para poder defenderse desde un país que, según Puigdemont, ofrece más garantías que España. Que España no sé, pero en estos momentos lo que sí parece claro es que cualquiera ofrece más garantías que el 'president' cesado.
Resulta que Puigdemont se ha marchado a Bruselas con la mitad de su Gobierno para «internacionalizar el proceso», expresión que en este país tiene funestos precursores. Y sugiere que no volverá a España, Estado opresor y violento, mientras no tenga las mínimas garantías de un trato justo. ¿Los 'consellers' que se han quedado en Catalunya no querían esas mismas garantías? ¿No las consideran necesarias? ¿Pudieron elegir? ¿Cómo se decidió esta división de efectivos gubernamentales? ¿Por arraigo? ¿Lo echaron a suertes o es que han sido traicionados? Por otro lado, Puigdemont ha situado el origen del conflicto y de la opresión del Estado en las deleznables cargas policiales del 1 de octubre. El 'president' depuesto ha olvidado contarle a la prensa europea que él se ha saltado la ley sistemáticamente, antes y después.
El dinero de la excursión
Por muy respetable que sea el sentimiento independentista de cientos de miles de ciudadanos, Puigdemont debería saber que no puede hacer las cosas como quiera y cuando quiera. Porque eso tiene consecuencias. La vida misma. Solo que él no las quiere afrontar. Debería empezar por explicar a los catalanes, a todos, con qué dinero están pagando la excursión a Bruselas. Ningún miembro del anterior Gobierno tiene sueldo ya, ni posibilidad de costear sus movidas o sus carísimos abogados con dinero público. Igual no se acuerda, pero el dinero público es de todos, también de los no independentistas.
Por cierto, Puigdemont, tan preocupado por las garantías, no ha permitido en su comparecencia ninguna pregunta de los medios españoles. A ver si resulta que solo le preocupan sus garantías, no las de Junqueras, Forcadell, las de usted o las mías. A ver si resulta que no le convenía que la prensa, en su oasis belga, desmontara tanta falsedad de manera inconveniente.
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