Cuatro retos para Sánchez

El líder socialista debe aprovechar el cese del fuego amigo para construir un 'nuevo' PSOE que reconquiste a la izquierda sin olvidarse de las clases medias

Sánchez celebra su victoria, este domingo en la sede del PSOE.

Sánchez celebra su victoria, este domingo en la sede del PSOE. / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Bien podría decirse que Pedro Sánchez ha hecho lo más difícil: ganar unas primarias socialistas a la sombra de Susana Díaz; perder unas elecciones ante un Mariano Rajoy en declive; perder una votación de investidura de la mano de Ciudadanos; perder otras generales, aunque evitando el 'sorpasso' de Unidos Podemos; verse desposeído de la secretaría general del PSOE por un complot orgánico y renunciar al escaño; e imponerse en unas nuevas primarias casi en solitario, enfrentado a quien fuera su mentora y al aparato del partido. Todo esto, en menos de tres años. Pero no: para Sánchez lo más difícil aún está por llegar.

Unidad interna. Su incontestable triunfo en las primarias le otorga un tiempo de calma chicha, aplacado el fuego amigo por el apego de sus barones al cargo. Pero las heridas siguen abiertas. El erial electoral hasta el 2019 --con permiso de Carles Puigdemont-- le da cierto margen para encajar a las viejas élites del partido en ese 'nuevo' PSOE que, aún por definir, ya le ha comprado la militancia.

El 'nuevo PSOE'. ¿Qué papel juega la socialdemocracia en una economía globalizada? Si solo redistribuye la riqueza en tiempos de bonanza, el proyecto de Sánchez correrá similar fortuna que el de Zapatero. Pero si, con tal de erigir un dique de contención frente a Podemos, se escora hacia la demagogia sin ofrecer soluciones plausibles, decepcionará a las clases medias, indispensables para construir mayorías de gobierno.

Liderar la oposición. Ahora que <strong>Pablo Iglesias</strong> ya no cava trincheras en la calle sino en el Congreso, Sánchez deberá medir bien sus pasos. Fabricar una mayoría inestable, útil para derrocar a Rajoy pero no para gobernar, se antoja estéril. Liderar mayorías variables para condicionar las políticas del PP y fiscalizar sus casos de corrupción, en cambio, permitiría al PSOE desgastar al oponente y articular su alternativa.

Catalunya. El desenlace del 'procés' <strong>soberanista</strong> es cosa de dos, pero el 'posprocés' es cosa de todos. Tarde o temprano habrá que tejer consensos y modernizar la arquitectura de una España desacomplejadamente plural. Y ahí es donde el PSOE tiene más que aportar.