El epílogo

La cruz del cara a cara

ENRIC Hernàndez

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En política, una línea difusa, casi imperceptible, separa la gloria del oprobio. Lo ha demostrado el presidente chileno: el accidente de la mina San José desveló las infrahumanas condiciones en que trabajan los mineros, pero el exitoso rescate, espectáculo patrio y planetario, ha permitido aSebastián Piñera consagrarse y redimir de paso la mala conciencia chilena. Veremos si su propósito de enmienda cristaliza en hechos tangibles cuando desaparezcan las cámaras de televisión.

En Catalunya, en cambio, ya nadie espera proezas de sus políticos. El tacticismo que se ha apoderado de Gobierno y oposición durante las últimas legislaturas adquiere en precampaña su más desvergonzada expresión. La pugna entre PSC y CiU en torno a los cara a cara electorales es la mejor muestra de ello.

Salvo que la trama experimente un giro inesperado, los electores catalanes quedaremos de nuevo privados de un debate a dos entre elpresident de la Generalitat y el jefe de la oposición. Aunque el equipo deJosé Montillaparecía dispuesto al combate, y el deArtur Mas, a celebrar uno en castellano, unas desafortunadas declaraciones deFelip Puig--luego rectificadas- han servido de pretexto al PSC para romper la baraja.

Habrá quien dude, en virtud de sus dotes como orador, de queMontillaestuviera realmente dispuesto a enfrentarse aMas ante las cámaras, fuera en la lengua que fuera. En tal caso, más le valía al PSC haber cerrado la puerta de entrada, en lugar de dejarla entornada. Habrá quien se pregunte, igualmente, si en verdad aMas le interesaban los debates televisados, cuando los sondeos le otorgan una ventaja sideral sobre su rival. En todo caso, no parece que CiU haya regateado esfuerzos para retomar la negociación con el PSC, aunque solo fuera para no pagar los platos rotos.

Otra oportunidad perdida

Que un presidente en apuros y un aspirante en alza se batieran en televisión era la oportunidad --al fin perdida-- de sentar un precedente democrático insoslayable para futuros candidatos. Para combatir la abstención, además, sería más útil debatir que subir, como se ha hecho, los gastos electorales de los partidos.