La rueda

La crudeza del día a día

Quienes han de sacarnos del embrollo económico discuten sobre otras cuestiones

CARLES SANS

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Hoy me veo en la necesidad moral de escribir sobre lo sucedido hace ya unos días en pleno Eixample de Barcelona. Próximo a llegar a un cruce de calles, me encontré atrapado en un embotellamiento. En el intento por ver qué motivaba aquel bloqueo, pude distinguir al final de la calle unas luces parpadeantes y entremezcladas de ambulancias, el camión de bomberos y la policía municipal. Un accidente fue en lo primero que pensé. Poco a poco fui avanzando, y al llegar al lugar del suceso busqué sin muchas ganas a alguien accidentado o algún vehículo estrellado; pero no pude ver nada anormal. Muchos transeúntes miraban hacia arriba y hacia abajo, pero yo era incapaz de descubrir qué pasaba. Casualmente, mi destino estaba frente al edificio donde se arremolinaban los vehículos. Aparqué, y al bajar del coche pregunté a un curioso qué había sucedido, y me dijo que un joven se había tirado por la ventana. «Por esa de ahí», me señaló con el dedo. Una ventana del extremo superior del edificio permanecía abierta y vacía. Su fondo oscuro me sobrecogió y me hizo pensar en qué desesperado motivo habría llevado a esa persona a quitarse la vida de una forma tan brutalmente pública.

Leo que la primera causa de muerte de menores de 34 años en Catalunya es el suicidio. Las causas son diversas, pero según un informe del año 2013 del Departament de Salut la mala situación económica es una de las más habituales. He vuelto a pasar por el mismo lugar y todavía se me eriza la piel. Entretanto, quienes han de sacarnos del embrollo económico continúan discutiendo sobre otras cuestiones. La realidad, el día a día, nos enseña con una crudeza incontestable la versión más dura de quienes lo continúan pasando muy mal. Que lo recuerden quienes han de resolverlo.