ANÁLISIS

Croacia y el primo de Goliat

La final parece diseñada por un guionista de 'El ala oeste de la Casa Blanca': Rakitic-Modric contra Umtiti-Varane

Modric, Mandzukic y Rakitic calientan en el entrenamiento realizado en el estadio Luzhniki de Moscú.

Modric, Mandzukic y Rakitic calientan en el entrenamiento realizado en el estadio Luzhniki de Moscú. / .44296667

Jordi Puntí

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Mundial de futbol juega con el tiempo, lo alarga y los encoge como si fuera uno de esos chicles que suele mascar Eden Hazard mientras enlaza regates. La prueba es que ha pasado exactamente un mes desde ese Rusia-Arabia Saudita inaugural, pero hace una eternidad que Alemania quedó eliminada, España cayó en los penales y Brasil no pudo con Bélgica en cuartos.

Además este campeonato ha traído tantas sorpresas desagradables para los jugadores estrella y las selecciones favoritas que hemos llegado a las semifinales sin los sospechosos habituales, y ahora el mundo se divide entre los exóticos y provocadores que creen que está siendo el mejor mundial de la historia, y los  tradicionales y esnobs que opinan que es un desvarío constante.

Por ejemplo: uno podía esperar que el Mundial fuese el enésimo lugar para el enfrentamiento entre los dos mejores jugadores de la última década, Messi y Cristiano, incluso con el telón de fondo del próximo Balón de Oro. En su lugar, los que se empeñan en ver el Mundial como una prolongación de la rivalidad Barça-Madrid tendrán hoy una final que parece diseñada por un guionista de El ala oeste de la Casa Blanca: Rakitic y Modric en el centro del campo de Croacia, y Umtiti y Varane en el centro de la defensa de Francia. Es decir, todo es posible.

A favor del pequeño

La presencia de un país con solo cuatro millones y pico de habitantes será el gran atractivo de esta final. Uno tiene la impresión de que todo el mundo estará animando a la selección de Croacia --menos Francia, claro--, congregando las simpatías de esos otros equipos que se ven reflejados en la proeza de David contra el primo de Goliat. De acuerdo, los croatas tienen que aguantar a Kolinda Grabar-Kitarovic, esa presidenta nacionalista de derechas que no teme al ridículo cuando se viste con los colores de su país, pero es que en el otro lado está Emmanuel Macron y su sonrisa de villano de James Bond peinando un gato.

Ahora no vamos a hacerle ascos a una final inédita --al fin y al cabo una gran fiesta del fútbol--, pero creo que represento a mucha gente si digo que voy a ir con Croacia como mal menor. Antes que ellos, cuando mis favoritos ya estaban eliminados, preferí a Dinamarca, a Bélgica, incluso a Inglaterra. Sí, Croacia estaba allí, superando tandas de penales y con Mandzukic haciendo méritos para quitarle a Neymar el Oscar a la mejor sobreactuación, pero nunca me pareció un equipo para adorar y recordar, digamos, dentro de 20 años.

Quizá estoy equivocado y hoy veremos una final soberbia. Incluso puede que para el francés Mbappé signifique lo mismo que para Pelé fue esa final de Suecia-58 en Estocolmo. El gran periodista Brian Glanville, que a sus 86 años lleva 60 asistiendo a los mundiales, precisamente desde ese lejano 1958, ha dejado escrito que este puede ser el último mundial "decente". Nos espera Qatar 2022, a celebrar entre el 21 de noviembre y el 18 de diciembre de ese año, cuando el invierno en el desierto puede ser lo más parecido a un verano de fútbol. O una pesadilla antes de Navidad. Ante la duda, disfrutemos hoy del presente.