A Cristiano no le gusta ser yo

Cristiano Ronaldo, en un vídeo en el que felicita las fiestas navideñas.

Cristiano Ronaldo, en un vídeo en el que felicita las fiestas navideñas.

MIQUI OTERO

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La gente tenía dudas, pero Cristiano ganó todo este año. La desconfianza era tal, y tanto caló en el ánimo del jugador, que CR7 acabó, premio The Best en su regazo, diciendo en TVE: “La gente tenía dudas, pero Cristiano ganó todo este año”.      

Cristiano, que acababa de declarar que “el trofeo no está ciego” en otra linda croqueta gramatical, se quedó a las puertas de agradecer el galardón a Cristiano. Eso ha hecho en más de una ocasión Donald Trump, que suele autoaplaudirse ('Thanks, Donald') en Twitter.

El delantero se sube así a un alambicado podio con el presidente yanqui, Belén Esteban y Julio César, que en 'La guerra de las Galias' dice cosas como: “Avisan a César de que los helvecios están resueltos a marchar por el país de los secuanos...”

Desconozco si se trata de una transferencia paranoide o un brote egomaniaco. O si se manifiesta en los años de infancia: “A Cristiano no le gusta esta papilla”. Pero entre quedarme encerrado en un ascensor con un clown loco, Alien el octavo pasajero o alguien que se refiere a sí mismo en tercera persona evitaría este último escenario.

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Es posible que a CR7 lo iluminen otros faros. Lupin, ladrón de guante blanco, se presenta en tercera cuando el escritor Maurice Leblanc quiere dar un giro al relato (quizás Cristiano se pasea de incógnito y su gritito -uhhh- es su forma de desvelar el misterio). También que, con su acero abdominal, sea un cyborg: los robots usan esa táctica (en 'Cortocircuito', “¡Número 5 está vivo!”). O que sea una argucia narrativa para agrandarse paródicamente, como hace Norman Mailer en 'Los ejércitos de la noche'. O solo vanidad: “Dalí es inmortal y no morirá”. Descarto otras posibilidades, de la de Elmo en Barrio Sésamo a la de ese personaje algo falto de 'Sillas de montar calientes', de Mel Brooks, que decía de sí mismo: “A Mongo le gustan los caramelos”.

Ahora que leo que la autoficción muestra síntomas de fatiga, ahora que la gente admira a estas personas y mantiene personalidades múltiples en internet, temo una pandemia de tercera persona cristianista. Yo podría citarme en tercera persona en estas columnas. Pero no, Miqui Otero no haría eso.