La rueda

Crisis sistémica

ENRIC MARÍN

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La acumulación de información nos puede hacer perder la perspectiva, pero si levantamos un poco el punto de mira, el diagnóstico es inapelable: el Estado español vive, en sentido estricto, una crisis sistémica. La imputación deMagdalena Álvarezprovocará el habitual «y tú más», ignorando que ya es un ejercicio inútil. La corrupción es la aluminosis que afecta a la arquitectura y la credibilidad de todos los partidos sistémicos, en los que se han concentrado las responsabilidades de gobierno en los últimos 35 años. El panorama general tiene un cierto aire dantesco.

En un contexto marcado por la intensa crisis económica y la parálisis institucional europea, la política española es incapaz de dar ninguna respuesta que no sea conservadora o defensiva. La monarquía vive momentos de clara crisis de legitimidad, las instituciones más representativas del Estado, como el Tribunal Constitucional, han perdido credibilidad tras convertirse en escenario de burdas luchas partidistas, el proyecto megalómano del gran Madrid hace aguas, entre la quiebra de Bankia, la venta de Iberia y el empeño de continuar construyendo líneas de AVE a ninguna parte... Finalmente, tenemos la crisis del sistema autonómico.

La creación y desarrollo de las autonomías no significaron un adelgazamiento paralelo de las estructuras del Estado y una distribución racional de competencias. En consecuencia, nos encontramos con una absurda superposición de administraciones y todo tipo de duplicidades. Y, ante este hecho, la única respuesta imaginada por el núcleo de poder que opera desde Madrid es la recentralización y el reforzamiento del Estado.

Estas élites demuestran la misma incapacidad para entender y gestionar el debate territorial que la exhibida en la crisis de la economía o de la política. Y, particularmente, en lo que se refiere a Catalunya, ni saben, ni quieren, ni pueden. Cuando quieran reaccionar, llegarán tarde. También aquí.