AL CONTRATAQUE

Crisis humanitaria

Doménech lo puso en bandeja en el Parlament para que Torra aclarase lo que piensa de los españoles. Y Torra no contestó

Joaquim Torra, en el pleno de investidura en el Parlament, este sábado.

Joaquim Torra, en el pleno de investidura en el Parlament, este sábado. / RICARD CUGAT

Jordi Évole

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Es peligroso banalizar los términos. Cuando desde la caverna española se ha tildado a los líderes independentistas de nazis, la mayoría no hemos dudado en considerar que son inadmisibles ese tipo de comparaciones. Cuando se han calificado las acciones de los CDR de terroristas, hemos dicho que ese tipo de afirmaciones eran –aparte de mentira- un despropósito. Cuando se habla del 1 de octubre como un golpe de estado, somos muchos los que pensamos que no es verdad, que se están pervirtiendo las palabras. Y lo decimos incluso los que el día del referéndum no nos sentimos llamados a las urnas (y algún 'conseller' nos llamó súbditos por no participar).

Vivo en Catalunya y conozco cómo se miden al milímetro las salidas de tono en contra del 'procés'. Y me parece bien. Excepto cuando se da altavoz a la barbaridad que ha dicho un don nadie (algún secundario de la política española de los 80 o los 90) y esas palabras son amplificadas a los cuatro vientos, con un único objetivo: mostrar la cara más agresiva de España, para cohesionar al separatismo, incluso para sumar algún nuevo adepto.

Cuando pasa al revés, ese medición al milímetro no es tan exigente, salvo algunas excepciones. Por ejemplo, el viernes se habló y mucho de los tuits de Torra. Y creo que no era para menos. De hecho, si esos tuits (cambiando "españoles" por "catalanes") los hubiese escrito un candidato a la presidencia de España, desde el independentismo se hubiese pedido directamente su dimisión.

Torra ya ha pedido disculpas, y por tanto página pasada. Pues no sé qué decirles. Xavier Doménech le puso en bandeja en el Parlament que  aclarase lo que piensa de los españoles. No del Estado, no del Gobierno, sino de los españoles. Y Torra no contestó. No quiso aclararlo. Qué lástima. A menos que no siga pensando lo mismo que escribía en los tuits.

La perversión del lenguaje

En cambio Torra no tuvo inconveniente en volver a afirmar -tal y como ya hizo el día anterior en la tele autonómica catalana- que en Catalunya vivimos una "crisis humanitaria". Volvemos a lo de la perversión del lenguaje. Que la situación que están viviendo los presos políticos catalanes es injusta lo pensamos muchísimos, incluso sin ser independentistas. Compartimos que el sufrimiento de sus familias y de sus amigos es inhumano. Pero de ahí a afirmar que lo que se vive en Catalunya es una crisis humanitaria, pues no sé que decirle señor Torra. Le recomiendo que hable con los responsables de la oenegé catalana Open Arms, a la que por cierto, no sé con qué legitimidad, el autoproclamado 'Govern de la República a l’Exili' acaba de proponer para que le otorguen la Creu de Sant Jordi. Como seguramente, si acaba siendo proclamado 'president', usted obedecerá a la propuesta que le llegue de Berlín, espero que aproveche la entrega de las Creus para preguntar a los responsables de Open Arms lo que son exactamente las crisis humanitarias, crisis que muchas veces se gestan cuando los dirigentes de un país empiezan a menospreciar a parte de su población.