Al contrataque

Un corazón que late

Hace 29 años los del cine decidimos que nos reuniríamos un día al año para celebrar una profesión que elegimos con todas sus consecuencias

ÁNGELES GONZÁLEZ-SINDE

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Me sorprendió la noticia de la dimisión del presidente de la Academia de Cine pensando en las 29 ediciones de los Goya. De eso iba esta columna, de la emotividad en los agradecimientos, de si las menciones a madres, hijos y esposas, las llantinas y las euforias fueron incontenibles y desbordantes desde el inicio o si eran más comedidas. Me barruntaba que no, que es el hábito de exponer nuestra intimidad en las redes sociales, el ascenso de los reality show y tertulias televisivas de alto voltaje emocional lo que nos ha acostumbrado a dejar testimonio público y desproporcionado de algo antes privado: nuestros sentimientos.Quería yo explicar por qué nos gustan estas ceremonias, de los Goya y de los Oscar: queremos ver a actores y actrices fuera de personaje haciendo de sí mismos, disfrutamos descubriendo su autenticidad fuera de las máscaras, igualándose a nosotros.

Recargar el ánimo

Ahora quiero añadir que, además, participando en los Goya o en la Academia, como ha hecho Enrique González Macho estos años, los compañeros recargamos el ánimo. Porque ante la emoción de quienes son premiados y quienes preparan la gala, tomamos conciencia de la enorme energía que desprende este gremio por naturaleza disperso. Porque el cine español es, como ese auditorio en pleno extrarradio de Madrid en el que se celebra la gala a falta de lugar más apto, un corazón que late en un páramo con frecuencia desolado.

Hacemos películas dando el máximo de nosotros mismos, porque trabajar siempre ha sido un bien escaso y preciado y cuando tenemos la fortuna de hacerlo echamos el resto, aunque los sueldos hayan bajado y no sepamos cuándo vendrá el próximo contrato. Creamos películas procurando que no se note que hace frío fuera, que el viento arrecia, que hay camiones y cables muy feos en la puerta, cuidando de que no se advierta que el vestido es prestado, que el galán es bajito, que las películas ahora se dividen entre películas ricas y películas muy pobres, que ha desaparecido la clase media, que hay muchos jóvenes con talento que se gradúan de las escuelas más capacitados que sus antecesores, pero que no tenemos capacidad de absorberlos, que ya no prima la cultura, sino el entretenimiento, que las películas y las series o son para todos los públicos o no son para nadie, que o triunfas o te estrellas y en general te estrellas. Pero hace 29 años los del cine decidimos que un día al año olvidaríamos todo eso y nos reuniríamos para celebrar una profesión que elegimos con todas sus consecuencias. Acordamos que asistiríamos a una gala, brillara el sol o cayeran chuzos de punta, aunque tocara acudir a un auditorio desamparado en un polígono. Porque lo que importa es, muy juntos, dar fuerza a un corazón que late. Suerte, González Macho.