A pie de calle

¿Cooperar para crecer o para comer?

Últimamente se activan formas de cooperación muy alejadas de las explotaciones familiares

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MIQUEL CARRILLO

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Para mucha gente, la cooperación internacional es un camión lleno de sacos de harina llegando a una aldea perdida de África donde niños famélicos luchan por quitarse las moscas de encima, en medio de una sequía o del traqueteo de las ametralladoras. Una foto fija tras la que se ocultan una realidad más compleja y un conflicto entre dos modelos de política exterior.

¿Es realmente la cooperación útil para acabar con el hambre? «Sí, siempre y cuando se haga en base a las necesidades y la visión de los campesinos», como dice Luis Muchanga, coordinador nacional de la Unión Nacional de Campesinos de Mozambique (UNAC), quien además pone en valor las alianzas e intercambios de conocimientos que se establecen entre estos a nivel internacional a través de la cooperación, más allá del apoyo técnico y económico. Al fin y al cabo, estos son los productores del 80% de los alimentos en los países más empobrecidos, disponiendo tan solo del 25% de las tierras fértiles, según la FAO.

Nueva cooperación

Sin embargo, en los últimos tiempos hemos visto cómo se han activado nuevos mecanismos de cooperación muy alejados de las explotaciones familiares, las oenegés y las organizaciones campesinas como la UNAC. El Fondo Africano para la Agricultura, apoyado por la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo, es un ejemplo de esos instrumentos enfocados a promocionar las oportunidades de los países que padecen el hambre en los mercados internacionales de materias primas, y no tanto a producir alimentos para su consumo interno.

Esos fondos no ayudan a llevar más comida a los mercados nacionales, sino a producir más soja, aceite de palma, colza y caña de azúcar para exportar, cultivos que cuadruplicaron su superficie en las últimas cinco décadas. Adivinen qué tipo de empresas se benefician sin, desgraciadamente, tampoco cumplir con los mínimos estándares laborales, como reveló el caso de Feronia en el Congo. Los mercados, directamente o a través de las instituciones multilaterales, marcan la agenda global, pese a esa otra cooperación que promueve la sociedad civil en todo el mundo.

Mejora nutricional

Apostar por el crecimiento del PIB frente al desarrollo humano profundiza las propias incoherencias de las políticas internas de países como la excolonia portuguesa. Es fácil entonar el discurso de la agricultura familiar, lo complicado es alinear el conjunto de políticas públicas para conseguir una mejora nutricional, sobre todo cuando los acuerdos internacionales te llevan hacia otro lado. «El sistema agroindustrial es excluyente», como dice Muchanga, al basarse en la precarización del campesinado, que acaba entregando sus tierras a las grandes empresas y engrosando los arrabales de las ciudades africanas

Desgraciadamente, la contribución que España hace a estos fondos es en estos momentos el grueso de nuestro esfuerzo solidario, en este y otros sectores.  Conviene recordarlo cuando esta semana celebramos el Día Mundial de la Alimentación.