Vino de mi cosecha

Contra los 'correbous'

JOSEP M. FONALLERAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Contra los 'correbous'

Me cuesta mucho entender la urgencia con que las peñas taurinas de las tierras del Ebre quieren que se apruebe una normativa más estricta y específica que defienda, por los siglos de los siglos, la tradición de loscorrebous. O no tanto. No cuesta tanto de entender, si convenimos que el signo de los tiempos avanza, sin freno, hacia la definitiva prohibición de estos actos impúdicos y zafios. Debe de ser por eso que quieren aprovechar las circunstancias favorables para asegurar la pervivencia de lo indefendible. Sé que no voy a hacer muchos amigos en Tarragona, pero hay cosas que claman al cielo. Hace unos días, yo mismo defendía la voluntad soberana de un país, expresada en su parlamento, a la hora de prohibir las corridas de toros. Prohibir no es ir en contra de la libertad, sino acotar la vida colectiva para que la sociedad sepa cuáles son los límites que no pueden traspasarse. Prohibir también significa apostar a favor de la libertad, que no es un concepto etéreo y sagrado, sino un cúmulo de concreciones que conforman un marco en cuyo interior habitamos. Pese a gustarme los toros, pues, celebré que los diputados de mi país decidieran aprobar una ley que prohibe lo que, para muchos, es una tortura y, para algunos, un ejercicio artístico, un rito atávico. Estos días, en muchos foros de internet, el clamor era unánime: «Catalunya, territorio libre de la violencia contra los animales». Y no es cierto. El mismo parlamento que abolió las corridas, o el gobierno que sea, aprobarán, tarde o temprano, la consolidación de loscorrebousy de los toros embolados y de los ensogados, la triste historia de los toros empujados al mar, de los soltados en mitad de la calle entre un grupo de valientes que se suben a un entarimado o que ríen la gracia que hace que un bovino corra por el mundo espantado por el fuego que sale de sus propios cuernos.

Irracionalidad

«Los animales son seres vivos dotados de sensibilidad física y psíquica, y también de movimiento voluntario, que deben recibir el trato que, atendiendo básicamente a las necesidades etológicas, procure su bienestar». No lo digo yo, sino la ley de protección de los animales, aprobada por decreto hace un par de años, un texto que también incluye la prohibición (otra) de provocar sufrimientos o maltratos o causar estados de ansiedad o daños físicos o psicológicos. De las dos únicas excepciones a la norma, una ya ha sido suprimida. Ahora solo queda arrinconar las fiestas con toros. ¿O es que alguien duda de que en estas actividades hay «burlas o tratos antinaturales»?

Me enorgullecía de la decisión de los representantes del pueblo, pero ahora me siento decepcionado. Esa soberanía que relucía en la prohibición de las corridas ahora queda en entredicho, porque, si hay que ser racionales y consecuentes, no se puede ir en contra de una norma que deja bien clara la altura moral de la celebración de esta indecencia convertida en tradición. ¿Cuáles son las circunstancias favorables que ahora piensan aprovechar los defensores de loscorrebous? Que no se lamenten de haber perdido la oportunidad de fortificar su postura en la última votación del curso, porque de ello se beneficiarán en las próximas elecciones. El candidatoMasya ha declarado que lo primero que piensa hacer si es presidente es apostar por su definitiva, total y entusiasta consolidación legal. ¡Bravo! Qué país este en que la evidencia pierde ante la hipocresía. Y la tradición, ante la irracionalidad.