Editorial

Contra el despilfarro alimentario

La lucha contra la pobreza pasa también por conductas colectivas que impidan el injusto derroche de comida

Integrantes de la plataforma Pobresa Zero ante el Parlament.

Integrantes de la plataforma Pobresa Zero ante el Parlament. / periodico

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La lucha contra la pobreza no solo es cuestión de las instituciones, sino que exige la concienciación y la decidida actuación de todos. Son de aplaudir en ese sentido iniciativas como la campaña para evitar el despilfarro de comida en los colegios que entrará hoy en el Congreso de los Diputados avalada por 200.000 firmas que solicitan modificar una ley que impide el aprovechamiento de alimentos ya cocinados pero que son perfectamente comestibles. Cuando más amenaza la precariedad, resultan inaceptables las elevadas tasas de despilfarro que se registran en todos los niveles del sector alimentario y que desembocan también en el derroche de muchos consumidores privilegiados que se permiten el lujo de tirar aquello que tanto ayudaría a los más necesitados. Aunque no sea la beneficiencia la solución última, sino una mayor justicia social, el desafío de la pobreza nos interpela a todos.

La iniciativa coincide con la conmemoración internacional del día de la pobreza, una ocasión propicia como cada año para desempolvar las vergonzosas cifras de la precariedad en la que malviven millones de personas en el mundo. El fenómeno nos afecta de forma destacada. Los últimos datos de la Oficina Europea de Estadística revelan que España es, después de Grecia y Chipre, el país donde más ha aumentado la tasa de riesgo de pobreza: 4,8 puntos entre el 2008 y el 2015. Más de 13 millones de españoles (el 28,6%) se enfrentaban a finales del año pasado a la amenaza de la pobreza extrema, contra los 10,7 millones (el 23,8%) del 2008, cuando se desencadenó la gran recesión. En Catalunya, los números también son más que demoledores: 105.000 hogares, con un total de 203.000 personas, no cuentan con ningún ingreso fijo.

Ante un panorama tan desolador, alimentado por la creciente desigualdad, más de 3.200 organizaciones sociales de Catalunya exigen la inclusión en los próximos presupuestos de partidas concretas para combatir una situación de emergencia. Conocedoras como nadie de la dura realidad de la calle, las oenegés marcan la hoja de ruta a seguir: combatir la precariedad laboral, aumentar la inversión en educación, garantizar ingresos mínimos y reconocer la igualdad de derechos y oportunidades. Y a nivel cotidiano, impulsar conductas colectivas como la de impedir el derroche de comida.