La rueda

La consulta y la opinión pública europea

ENRIC MARÍN

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Finalmente, se ha concretado el acuerdo sobre la pregunta y fecha para la consulta. No ha sido fácil. Primero parecía que más que un referendo algunos proponían una especie de macroencuesta con respuestas múltiples. Posteriormente, se entró en un debate sorprendente y conceptualmente confuso sobre el contenido de la pregunta. En este debate se ha repetido una y otra vez que la pregunta debía ser mayoritaria e inclusiva. Realmente esto no quiere decir nada. No tiene sentido. Las preguntas siempre deben ser claras y pertinentes. Lo que debe ser mayoritario es el resultado, mientras que la voluntad inclusiva se debe mostrar en la gestión del resultado. Desde este punto de vista, la pregunta pertinente debía permitir dilucidar si hay una mayoría social que quiere que Catalunya sea un Estado independiente para poder decidir libremente su relación con España y Europa desde la plena soberanía. Sin margen para la ambigüedad. La pregunta «encadenada» que se ha podido consensuar complica el pronunciamiento. Pero tiene tres grandes virtudes: consolidado el bloque por el derecho a decidir, legitima el soberanismo catalán y descoloca al establishment español. De hecho, el reciente editorial del Financial Times ha sido la primera gran desautorización de un medio de influencia global a la política inmovilista de Rajoy. Imagino que el lector puede pensar que no era necesario afanarse mucho con la corrección de la pregunta. Al fin y al cabo, Rajoy no permitirá hacer ningún referendo. Quizá. Pero, si finalmente este es el caso, será vital que la opinión pública local y la europea conozcan exactamente cuál es la expresión democrática que vetan los poderes de Estado en España. En este sentido, la pregunta consensuada es oportuna y pertinente. Rajoy ya sabe que ha comenzado a perder la batalla de la opinión pública.