LAS LENGUAS OFICIALES EN CATALUNYA

La 'consellera' de Cultura frente al castellano

Lo que el exclusivismo lingüístico pone en riesgo es la mismísima cohesión social

Ilustración de María Titos

Ilustración de María Titos / periodico

Albert Branchadell

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Después de la polémica sobre dudosos escritos del 'president' Torra, a la flamante 'consellera' de Cultura, Laura Borràs, le afean que en el 2016 firmara un manifiesto que acusa a la inmigración castellanohablante de actuar como instrumento de "colonización lingüística" y aboga sibilinamente por la oficialidad exclusiva del catalán.

En su día el manifiesto Koiné fue criticado por todo el espectro político. Desde Sociedad Civil Catalana, que lo calificó de "nazi", hasta el diario 'Ara', que lo consideró "poco hábil políticamente", pasando por 'La Vanguardia', que lo definió como "lamentable". El rechazo incluyó enfados como el de Lluís Rabell, portavoz de Catalunya Sí que es Pot, que vio en el texto "racismo" y "fundamentalismo cultural", o el de intelectuales orgánicos como Joan B. Culla, quien no dudó en atribuirle "afirmaciones hirientes para muchísimos catalanes y graves simplificaciones históricas".

Es posible que el texto no sea técnicamente racista. O al menos no lo es si lo comparamos con manifiestos como el que publicó 'La Publicitat' en 1934 bajo el título 'Per la conservació de la raça catalana' (que por cierto firmó Pompeu Fabra, una incómoda circunstancia que se ha silenciado cuidadosamente este Año Fabra). Pero ahora no se trata de repetir los reproches del 2016 sino de saber si el manifiesto Koiné va a orientar la política lingüística de la Generalitat.

La verdad es que hasta ahora Borràs no ha sido muy informativa respecto a cuál va a ser su política respecto al castellano. En una entrevista en 8tv se defendió de las acusaciones de supremacista con una respuesta pobre: "Evidentemente no quiero eliminar el castellano y cualquiera que me conozca lo sabe". En una entrevista posterior no fue mucho más allá: "No estoy en contra de la lengua castellana ni haré nada en contra". La pregunta es: ¿hará algo a favor?

De lengua oficial a derechos individuales

A falta de más información por parte de Borràs hemos de remontarnos a los programas electorales, al acuerdo de investidura y al discurso de investidura de Torra. La verdad es que en los programas se observa una cierta degradación del estatus del castellano. En el 2015 JxSí decía con todas las letras que "la lengua castellana continuará siendo lengua oficial en Catalunya". En el 2017 los programas de JxCat y ERC fueron menos claros. Los puigdemontistas dijeron que "todos los ciudadanos y las ciudadanas tendrán garantizado el respeto de sus derechos lingüísticos individuales". Y los republicanos abogaron  por "un marco jurídico garante de los derechos lingüísticos de toda la ciudadanía en el que el catalán y el occitano sean las lenguas de la República y el castellano tenga reconocidos los mismos derechos [individuales] que en la actualidad".

Como se ve, se percibe un tránsito de "lengua oficial" sin más a "lengua con derechos lingüísticos individuales reconocidos". Lo de "lenguas de la República", categoría que excluye al castellano, es especialmente preocupante por su eco jacobino. Y todavía más preocupante es que el jacobinismo se colara en el acuerdo de investidura. Como si la filosofía política no hubiera evolucionado en los dos últimos siglos y pico, el acuerdo proclama que "la sociedad republicana se ha de fundamentar en los valores republicanos clásicos de la igualdad, la libertad y la fraternidad". Un acuerdo en que el aranés se menciona hasta seis veces y el castellano queda oculto en un "otras", cuando se propone que el sistema educativo siga teniendo el catalán como lengua vehicular "en un sistema abierto al aprendizade de otras lenguas como el aranés u otras".

Y así llegamos al discurso de investidura de Torra. El presidente pronunció dos frases en castellano pero la palabra "castellano" no salió de sus labios ni una sola vez. El Torra institucional perdió una oportunidad de oro para distanciarse del Torra 'hooligan'. Cuando Inés Arrimadas le preguntó (en castellano) si estaba haciendo algo que a Torra le pareciera antinatural, Torra habría podido responder: "No, no me parece antinatural hablar en castellano en Catalunya". Pero optó por el silencio.

Hace dos años, refiriéndose al manifiesto Koiné, la directora del 'Ara' sentenciaba que "los partidos soberanistas nunca tendrán la mayoría con posiciones lingüísticas que puedan ser interpretadas como excluyentes" (como el silencio de Torra). Más allá de la mayoría soberanista, lo que el exclusivismo lingüístico pone en riesgo es la mismísima cohesión social. Con todos los respetos para el aranés, Catalunya no será un solo pueblo si no reconocemos -sin rodeos y sin rebajas- que tiene dos lenguas nacionales.