La rueda

Confundir la parte con el todo

JOAQUIM COLL

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El comentario estrella, estos días, en las puertas de los colegios es la cercanía de lasemana blanca, cuya desaparición es por ahora el anuncio más rotundo del Govern delpresidentMasen sus primeras semanas. Me parece una decisión acertada, porque dicha novedad no estaba justificada. O reducimos las largas vacaciones escolares navideñas o eliminamos la Semana Santa. Pero las tres cosas a la vez tienen difícil cabida, casi siempre en un mismo trimestre. La revisión de los tiempos festivos en la enseñanza solo es posible si se efectúa en el marco de una reforma global del calendario, que reubique algunas fiestas religiosas de escasa práctica social en beneficio de la productividad y de la conciliación familiar. No verlo así es creer que la escuela puede vivir de espaldas al resto de la sociedad. La famosasemana blancanació, en realidad, como una contrapartida a los docentes por avanzar cuatro días el inicio del curso escolar. Luego se intentó teorizarla haciendo de la necesidad virtud. Ahora regresaremos más o menos al calendario anterior, incluyendo la sacrosanta jornada intensiva en junio exigida por los maestros, que obligó al anteriorconseller,Ernest Maragall,a una inaudita rectificación en plena campaña electoral.

Menos atención ha suscitado el cambio de nombre de la Conselleria d'Educació, dirigida ahora por la democristianaIrene Rigau, que vuelve a llamarse Ensenyament. A algunos les parecerá una cuestión irrelevante, pero no lo es en un momento donde se ha prometido sobre todo austeridad. Y la verdad es que gastar dinero en cambiar el sustantivo de unaconselleriaque no ha ganado ni perdido ninguna competencia no parece muy justificado. Además, se supone que CiU sigue comprometida con la integridad de los objetivos de la ley de educación. El cambio de nombre responde a una tozudez ideológica de la derecha, que insiste en que el objetivo de la escuela esenseñarconocimientos, teóricos o prácticos, y no tantoeducara los alumnos en un sentido integral, pues para eso ya están las familias. Es una verdad a medias, que cae en el error de confundir la parte con el todo.