LOS SÁBADOS, CIENCIA

Conflictos de intereses y puertas giratorias

Trabajar con libertad y explicitar siempre qué se defiende es esencial en la investigación

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PERE PUIGDOMÈNECH

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En muchas circunstancias se presentan conflictos de intereses en diferentes profesiones. La de científico es una de ellas, porque cuando alguien necesita tomar decisiones en las que hay que tener buena información sobre cuál es el estado de la cuestión sobre un tema, a menudo se pide la opinión de grupos de científicos. Puede pasar en estos casos que intereses personales puedan entrar en conflicto con la calidad de la opinión que se pueda dar, pero a veces eso no es fácil de definir.

Conflictos de intereses los tienen diversas profesiones actuales. Por ejemplo, banqueros y financieros tienen conflictos de intereses entre la información a la que pueden tener acceso por su trabajo y sus intereses particulares. Los gestores públicos pueden tener un conflicto entre sus intereses particulares y las decisiones que deben tomar en su función. Las actuales discusiones sobre la corrupción política nos lo demuestran. Los científicos también, y en diferentes circunstancias. Por ejemplo, desde hace tiempo hay que indicar en las publicaciones científicas el lugar donde se trabaja y las fuentes de financiación con que se ha hecho el trabajo publicado. Algunas revistas piden que se haga explícito si hay algún otro motivo de conflicto que pueda interferir en la objetividad de lo que se publica.

EL CASO DE LAS FARMACEÚTICAS

Otro ámbito en el que se pueden presentar conflictos de interés entre los científicos es cuando se trata de emitir opiniones que pueden tener un impacto social o económico. El ejemplo más citado es el de la aprobación de productos farmacéuticos, un proceso en el que se trata de evaluar el riesgo que pueden presentar y su eficacia, y que tiene efectos económicos muy importantes para las empresas. Interesa que el criterio experto tenga la mejor calidad posible y que no interfieran en él intereses personales de quienes emiten el dictamen. En Europa, por ejemplo, esta función la realiza la Agencia Europea del Medicamento (EMA), que ha definido de forma muy estricta lo que entiende por conflicto de intereses. Se trata sobre todo de identificar relaciones económicas que los expertos puedan tener con aquellos que presentan las solicitudes de aprobación.

Para evitar los conflictos de intereses de todo tipo, las instituciones toman dos tipos de medidas. Una de ellas es pedir la opinión no a un individuo, sino a colectivos que tienen puntos de vista diferentes. En la discusión, los puntos de vista y los intereses de cada cual pueden quedar identificados y, en la medida de lo posible, equilibrados entre ellos. Por eso se habla siempre de comisiones o comités de evaluación. En segundo lugar, se trata de que haya transparencia. Se requiere a todos los que participan en estos procesos cuál es su situación laboral, o si tienen algún tipo de trato con empresas de una actividad relacionada con el tipo de opinión que deben formular. A menudo esta información es pública.

LA TRANSPARENCIA Y LA DISCUSIÓN

Todo esto parece muy claro, pero tiene sus límites. Uno de ellos es que la actual tendencia en el mundo es estimular que la investigación financiada con dinero público sea abierta, pero también que llegue al ciudadano lo antes posible. Esto puede significar hacer investigación en colaboración con empresas, y puede acabar sucediendo que aquellos que entienden más de un tema tengan mayoritariamente lo que puede ser considerado un conflicto de intereses económicos. Incluso se estimula la movilidad de los investigadores públicos para trabajar en empresas o formarlas. ¿No estamos estimulando la existencia de puertas giratorias? Otro límite puede estar en la transparencia. Esta es una buena cosa en general, pero también tiene sus límites. Por ejemplo, en discusiones de temas complejos sucede a menudo que algunos expresan opiniones que acaban siendo modificadas por la discusión. De hecho, para eso sirve una discusión de este tipo. Una transparencia absoluta indicando las posturas que cada uno ha defendido en cualquier momento puede acabar haciendo imposible una discusión libre.

LIBERTAD DE INTERESES

Está claro que la actividad científica necesita de libertad de intereses a la hora de decidir cuál es la investigación que se hace, cómo se lleva a cabo y, sobre todo, cómo se comunica, ya sea en forma de publicaciones o como opiniones sobre temas de interés social. Habría que añadir que hablamos en general de intereses económicos, pero quizá deberíamos tener en cuenta también intereses ideológicos o de otro tipo. Se puede decir también que esto no es exclusivo de la ciencia. ¿No es lo mismo de los gestores políticos o administrativos? ¿No es lo mismo de periodistas y comunicadores? Es posible que las recetas que se dan para la ciencia sean similares en esos otros casos. Hacer el trabajo con libertad y con la mejor voluntad de hacerlo bien, y explicitar qué es lo que se está defendiendo en cada momento cuando se comunican los resultados o la opinión, son condiciones esenciales para la investigación científica, pero no solo para ella.