El cuerno del cruasán

El complot de los centros comerciales

JORDI PUNTÍ

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Ha aparecido un nuevo centro comercial en Barcelona. Esta vez en la plaza de toros de Las Arenas. Todos lo conocemos porque durante años, al pasar por allí, alguien decía: «Han levantado la plaza no sé cuantos metros del suelo. Es una obra de ingeniería». Y era verdad. Los arquitectos han conservado la fachada original y luego han llenado el interior con tiendas de marca, cines, cafés y muchas sorpresas emocionantes.

Vista desde el aire, ahora la plaza de toros parece un ovni, y seguramente esto quiere ser una metáfora de nuestro tiempo. Este fin de semana una multitud se ha acercado a Las Arenas para pasear, hacer el curioso y subir y bajar escaleras mecánicas, algo que gusta mucho al barcelonés. El edificio tiene una terraza circular arriba de todo y cuentan que vale un imperio.

Otro aliciente para visitar el centro comercial es que su historia permite hacer juegos de palabras. Más de uno, cuando se vaya, dirá que ha dado la vuelta al ruedo. O saldrá cargado de bolsas y proclamando que hizo una buena faena. Por cierto, ¿cuántos anuncios sacarán partido de este tipo de juegos? Este es el futuro, olé, del argot torero en Catalunya. Debo confesar que aún no me he acercado a Las Arenas. Es que a veces tengo esta pesadilla: entro en una cafetería del centro Barcelona Glòries, tomo un caffe latte muy aromático y, al salir, resulta que estoy en otro local idéntico del Triangle. Los mismos muebles, la misma gente. Desorientado, me meto en una tienda de electrónica, o de ropa deportiva, y cuando salgo de ella estoy en Diagonal Mar. Así, a través de los laberintos secretos de los centros comerciales, voy saltando de La Maquinista a L'Illa, de L'Illa a Heron City, o al Maremagnum, y no puedo salir nunca más a las calles de Barcelona.

Si no despierto, la única solución es convocar el recuerdo de Jane Jacobs para que me ayude. Jane Jacobs es mi heroína. Esta señora de Nueva York, que murió en el 2006, era una urbanista y activista social. Con su lucha, consiguió frenar muchos cambios urbanísticos que habrían eliminado barrios enteros del Manhattan histórico para convertirlos en tierra de nadie.

Jane Jacobs también escribió un libro importante llamado Muerte y vida de las grandes ciudades americanas. En él contaba que los quioscos y las tiendas de la esquina son esenciales para mantener la cohesión del barrio, el sentido de la vida urbana, la conversación con los vecinos. No hace falta más. Dos y dos son cuatro.