Movimientos demagógicos en Europa
¡Comediantes al poder!
Es hora de tomarse muy en serio a los bromistas metidos en política
Xavier Casals
Historiador y profesor de la Facultat de Comunicació Blanquerna (URL).
Doctor en Historia Contemporánea, profesor universitario y colaborador de diversos medios de comunicación
XAVIER CASALS
En los comicios presidenciales serbios celebrados en abril quedó tercero Luka Maksimovic, un joven universitario que protagonizó una carrera política meteórica. La inició en los comicios locales del 2016 en Mladenovac (Belgrado) mediante la sátira: se presentó al frente de un partido paródico llamado Sarmu probo nisi con el falso nombre Ljubiša Preletačević ('preletač' significa "chaquetero") o Beli (blanco, por vestir de este color con vistosas joyas) y captó el 20% de votos de sus 53.000 habitantes.
Decidió entonces aspirar a la presidencia con el lema '¡Dale duro!' y haciendo afirmaciones como esta: "No habrá ninguna corrupción, ¡salvo la mía, claro!". Captó un 9.4% de los votos gracias a la desafección política, como Maksimovic ha advertido: "Algo no está bien en este país cuando un personaje irreal puede encender las multitudes de esta manera".
LA SOMBRA ALARGADA DE COLUCHE
Su caso es un nuevo reflejo de la capacidad de los humoristas para capitalizar la desafección. El pionero en este campo fue el payaso francés Coluche (Michel Colucci), que en 1980 lanzó su candidatura a la presidencia con apoyo de 'Charlie Hebdo' e intelectuales relevantes. "Soy candidato a las presidenciales para cubrir de mierda a todo mundo y hasta el final", afirmó. Quería representar a los numerosos colectivos que, a su juicio, estaban al margen de la política (desde homosexuales a taxistas) y se proclamó "el candidato de minorías que, sumadas, son la mayoría". No logró las firmas requeridas para la liza electoral, pero un sondeo le dio el 16% de los votos.
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Su discurso ha tenido éxito en este siglo al acelerarse el desgaste de la política tradicional, como ilustran diversos casos. Así, en Alemania el exeditor de la publicación satírica 'Titanic', Martin Sonneborn, fundó en el 2004 Die Partei (El Partido), otra formación paródica entre cuyas estrambóticas propuestas ha figurado reconstruir el muro de Berlín. Finalmente, en el 2014 logró un escaño en Estrasburgo al captar el 0,6% de los votos con un lema dirigido a un electorado antagónico: 'Sí a Europa, no a Europa'. A la par, ha preconizado medidas como introducir 'cuotas de vagos' en consejos directivos.
EL ASALTO A LAS INSTITUCIONES
Pero los humoristas también pueden gobernar. En la Islandia devastada por la crisis bancaria deL 2008, cuando se desencadenó la protesta ante el Parlamento con aperos de cocina (la 'revolución de las cacerolas'), hizo fortuna Jón Gnarr. Jón GnarrEste cómico lanzó el Besti flokkurinn (Partido Mejor) el año siguiente, que ironizó sobre las propuestas del resto de formaciones y ganó los comicios locales del 2010 en Reikiavik (34.7% de votos).
Un acuerdo con la Alianza Socialdemócrata convirtió a Gnarr en alcalde hasta el 2014. De la experiencia surgió un partido liberal, Björt framtíð (Futuro Brillante), presente en el Parlamento desde el 2013 y que comparte siglas con su antecesor (BF). Pero lo más interesante es que, según Gnarr, esta iniciativa influyó en el italiano Giuseppe –Beppe- Grillo, al ser "un aliciente y una especie de modelo para él y para su partido".
VAFFANCULO DAY
Recordemos que hace una década Grillo era un popular humorista y actor cuyo blog de denuncia de las élites alcanzó gran popularidad y llegó a 100.000 visitas diarias. Tuvo gran éxito al convocar el 8 de septiembre del 2007 el Vaffanculo Day (el día de enviar "a tomar por…") dedicado a los políticos. El objetivo era recoger firmas para promover una ley que impidiera ocupar un escaño a quien estuviera condenado, limitar mandatos y facilitar la elección directa con listas abiertas.
En el 2009 Grillo vertebró a través de internet el Movimento 5 Stelle [Movimiento 5 Estrellas], una formación que considera que el Parlamento no representa a la mayoría de ciudadanos y que los partidos han suplantado a la voluntad popular. Fue la fuerza más votada en las elecciones legislativas del 2013 (25,5%), aunque perdió fuelle en las europeas del 2014 (21,1%).
En la cámara de Estrasburgo se unió al grupo del eurófobo Nigel Farage (promotor del 'brexit'), si bien este enero Grillo quiso mudarse al liberal sin éxito. Hoy el M5S, que gobierna Roma y otras urbes importantes, hace bandera del abandono del euro y un sondeo de marzo le situó en cabeza en intención de voto (32,3%).
Estas experiencias tienen una lección clara: un voto de desafección y protesta revestido de ironía demagógica, puede alumbrar artefactos políticos tan imprevisibles como capaces de influir y gobernar. En definitiva, es hora de tomarse muy en serio a los bromistas metidos en política.
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