IDEAS

Verano 92, verano 93

'Estiu 1993', la película de Carla Simón, se impone a través de una ternura a flor de piel, más real que los fastos del 92

Ceremonia de inauguración de los JJOO de Barcelona.

Ceremonia de inauguración de los JJOO de Barcelona. / periodico

JORDI PUNTÍ

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¿Dónde estabas tú en el verano de 1992, cuando inauguraron los Juegos Olímpicos? Todos, más o menos, tenemos una respuesta personal, pero con el tiempo se ha vuelto más difusa y genérica. Mi recuerdo es que uno de esos días, con unos amigos, fuimos a ver una jornada de atletismo. Era una tarde de entradas baratas, con las primeras eliminatorias, y en el estadio no había mucha gente. Unos hombres muy corpulentos competían en el lanzamiento de disco. ¿O era de martillo? Estos días hemos visto miles de imágenes de los Juegos, las mismas que cuando los 10 años, y los 20. El pebetero, las medallas, los llantos de emoción, la Caballé y Freddy Mercury... Los mejores Juegos de la historia, decíamos convencidos. 

'Estiu 1993', la película de Carla Simón, se impone a través de una ternura a flor de piel, más real que los fastos de la Barcelona del 92

Los catalanes, y los barceloneses en particular, somos muy aficionados a recordar efemérides. Nos gusta revivir un pasado feliz, sobre todo si al mismo tiempo nos inocula un poco de vanidad. Me pregunto de donde viene esta afición. ¿Es un acto melancólico? ¿Es tal vez la escenificación de la vida en un bucle, donde todo vuelve? A veces es como si tuviéramos más confianza en el pasado que en el futuro... De repente la impresión de que, a lo largo de estos 25 años, los Juegos de Barcelona 92 se han convertido definitivamente en una especie de ficción colectiva, un relato del que todos creemos formar parte, y que nos satisface porque aparentemente acababa bien.

Un año después, en el verano de 1993, otra historia tenía lugar: una niña de seis años, llamada Frida, veía como su madre moría de sida y tenía que irse a vivir con unos tíos y una primita, en el campo. Los días pasaban en una especie de exilio afectivo, donde el aprecio de sus nuevos padres, y a ratos de unos abuelos demasiado tensos, iba abriéndose camino, ganándose espacios de amor, hasta que al final surgían unas lágrimas inesperadas y, sin embargo, del todo necesarias. 'Estiu 1993', 'Estiu 1993'la película de Carla Simón, es una ficción basada en unos hechos reales, que vivió la directora, pero eso no importa: luminosa y cautivadora, se impone a través de los silencios y sobreentendidos, pero también de una ternura a flor de piel. Cuando la vemos, todo nos parece cercano, vivido. Más real que los fastos del 92.