Literatura y fútbol

JENN DÍAZ

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Hace unas semanas estuve en Polonia. El Institut Ramon Llull nos llevó a diez escritores con obra catalana a Varsovia, a la feria del libro, que se hacía en un estadio de fútbol. La primera vez que fui a una feria fue en Turín: los editores en italiano de mi primer libro me llevaron para que pudiera firmar algunos ejemplares en la caseta y para presentar 'Belfondo'. Nada relevante en mi trayectoria: libros firmados a conocidos de los editores y menos de 10 personas en el acto.

Lo primero que me impresionó de la feria de Varsovia es que se haga en un campo de fútbol. En cuanto llegas a otro país empiezas, sin poder remediarlo, a hacer comparaciones y a preguntarte cómo lo haríamos en casa. No, dudo mucho que una feria pudiera hacerse en un estadio de fútbol. Para empezar, la luz del estadio de Varsovia no tiene nada que ver con la luz del único campo de fútbol que he visto: el Camp Nou. Pero el problema no creo que sea la luz, sino la idea, que a menudo se repele, de unir fútbol y literatura.

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Lo segundo que me impresionó de la feria de Varsovia, o quizá del público polaco en general, fue cómo se fueron acercando a los nueve autores catalanes -mi libro aún no se ha publicado- para que les firmaran sus ejemplares. Me sorprendió porque aquí, en una presentación o en algunas de las firmas de Sant Jordi, hay menos gente haciendo cola para que les firmes que en Polonia. Lo viví con asombro: allí, claro, éramos el autor extranjero, la literatura invitada. Y no solo fueron fantásticamente las firmas, también los actos.

Y esa es la tercera cosa que me impresionó de la feria de Varsovia: el público para nuestras mesas redondas. Y en particular, los lectores que acudían a ver al maestro: Jaume Cabré. Sí, lo vi con mis propios ojos: colas larguísimas como las de blogueros el día del libro, todo un teatro para él solo lleno de personas atentas (y muchos jóvenes) a sus palabras.

La última noche celebré la victoria del Barça en la Copa del Rey allí, en un bar de deportes, con Marc Pastor y Rafel Nadal. Tuvimos que llegar a la prórroga y sufrir, pero acabamos bien la noche. Al volver a casa, fútbol y literatura se unieron sin remilgos: no llenaremos estadios de libros, no tendremos un teatro lleno de gente para nosotros... no valdrán tanto nuestros títulos sin Champions.