Análisis

Colau, ausente, reprobada y sola

Al no asistir a la reunión extraordinaria, la alcaldesa ha vuelto a perder la iniciativa política como le sucedió con la polémica sobre una reordenación de las inversiones convertida en recortes

Comisión extraordinaria de presidencia por la agresión de manteros a un turista

Comisión extraordinaria de presidencia por la agresión de manteros a un turista / RICARD CUGAT

Jordi Mercader

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La alcaldesa Colau no debería haber asumido la responsabilidad de seguridad. No tenía experiencia en este campo para avalar la acumulación de cargos, salvo su autoridad política. No es el primer caso en que un alcalde asume una concejalía, pero este tipo de experimentos suelen disfrazar un problema: o la desconfianza en la capacidad de sus concejales para dirigir dicha área o el miedo a que las diferencias internas sobre la gestión de estas competencias acaben por romper un gobierno débil. Puede que incluso intervinieran los dos factores, además del reducido número de concejales de la minoría gobernante.

Ahora se le ha vuelto en contra, al no asistir a la reunión extraordinaria de la comisión de presidencia para tratar de los últimos casos de inseguridad e incivismo. Probablemente, debería haber asistido como alcaldesa; como máxima responsable de la materia, su presencia era inexcusable. Ha sido reprobada por la oposición en bloque (excepto la CUP, que no está interesada en el tema), sin embargo, la reprimenda política no debería preocuparla tanto como la consolidación de una cierta imagen de gobernar, escasamente empática con el estado de ánimo de la ciudad y su opinión pública, lo que para algunos es abandono de sus responsabilidades.

Incidentes que no se pueden infravalorar

Barcelona tiene altibajos en seguridad, no alcanzan la categoría de crisis pero hay que asumirlos desde el gobierno de forma clara y rápida porque, emocionalmente, pueden actuar como factores de desánimo o desorientación para la ciudadanía. Este verano es el de la turismofobia, los narcopisos y la violencia de unos manteros que agrava el auténtico conflicto de base que es el de la tolerancia con el 'top manta'. No se vive una emergencia de inseguridad, de la misma forma que en Catalunya no hay una emergencia fascista. Pero se ha producido una secuencia de incidentes que no parece prudente infravalorar.

La oposición está en su papel cuando recrudece la denuncia. La precampaña de las municipales está ahí y los hechos destacados son ciertos, aunque, ciertamente interpretados con desgarro profesional. Nadie debe extrañarse de su beligerancia. Quien no está en su sitio es el gobierno municipal, dejando crecer la sospecha de un escaso sentido del poder institucional, sin que se haya avanzado en la instauración de ningun tipo de gobernanza alternativo.

Todos los políticos tiene una cierta manera de hacer las cosas, como decía Tarradellas. Su cierta manera de ejercer la autoridad era una combinación de voluntad política, autocontención, realismo inteligente y, sobre todo, el resultado de una evaluación permanente de la situación, como resumió Raimon Obiols. Una evaluación realizada no solo a partir de la convicción de su pensamiento, sino también de las consecuencias que se desprenden de todos los actos. Ada Colau, esté donde esté de vacaciones, no evaluó los efectos de su ausencia. Ha vuelto a perder la iniciativa política como le sucedió con la reciente polémica sobre una reordenación de las inversiones convertida en recortes.