El tablero político catalán

Codazos antifranquistas

JxS, los Comuns y la CUP se guían por el derrumbe del pacto de la Transición y por intereses tácticos

Solidaridad 8La alcaldesa de Berga, Montse Venturós (centro) en la concentración de apoyo del viernes.

Solidaridad 8La alcaldesa de Berga, Montse Venturós (centro) en la concentración de apoyo del viernes.

JORDI MERCADER

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El antifranquismo está de moda en Catalunya. Las gentes de JxS, los Comuns y la CUP andan a codazos desde hace unas semanas por hacerse con una herencia que pertenece a todos aquellos que se sufrieron la dictadura, la resistieron o la lucharon, que fueron muchos, aunque no todos. El éxito de este antifranquismo tardío se debe, en parte, al derrumbe del pacto de la Transición, sustentado en el olvido autoimpuesto e injusto de las víctimas de la represión y los crímenes franquistas; pero también a los intereses tácticos de estas fuerzas políticas.

Los independentistas tratan de identificar el contencioso soberanista con una pugna cívica entre una España de baja calidad democrática por la pervivencia de tics franquistas (en sus políticos, sus jueces, su policía) y una Catalunya ejemplarmente democrática, reencarnación de un supuesto país unánimemente antifascista. Así el proceso queda equiparado con la lucha antifranquista. El sentido de la confusión perseguida es transparente: es mucho más fácil llamar a la nación a desobedecer a un Estado heredero del franquismo que a un Estado de derecho.

LA DECEPCIONANTE EXPOSICIÓN DEL BORN

Los Comuns tienen serias dificultades para gobernar Barcelona y unas perspectivas muy optimistas para ser decisivos en un futuro Parlament. Lo que no pueden agendar es una buena revolución. La reivindicación de la herencia antifranquista puede ser un buen sucedáneo; más allá de su sincera dedicación a la recuperación de la memoria histórica y a la persecución de los crímenes del franquismo, objetivos en los que también trabaja la Generalitat.

La eliminación de las placas con el yugo y las flechas en muchos edificios de los años 60 o la censura de la dedicatoria de un regalo de Samaranch a la ciudad son poco más que anécdotas, aunque persigan la denuncia de la pasividad ante esta simbología urbana de anteriores gobiernos municipales de izquierda, en los que algunos de ellos participaban de forma minoritaria. Este era el objetivo de la decepcionante exposición del Born, pero el protagonismo del jinete descabezado la convirtió en un 'happening'. A pesar de todo, la competencia independentista consideró un agravio la utilización del antifranquismo en las ruinas de 1714, porque creen que ambas cosas son de su monopolio.

LOS LÍMITES DE LA MANIPULACIÓN POLÍTICA

La desobediencia de la alcaldesa de Berga a comparecer en el juzgado para declarar en la causa por la 'estelada' colgada en el ayuntamiento incluso en día de elecciones es el primer episodio de una serie que se espera larga. El intento de revestir este trámite procesal con la épica de la resistencia antifranquista supera los límites de la manipulación política.

La efectividad movilizadora de la desobediencia exige la exhibición de las consecuencias de la rebeldía. Forma parte del plan. Las quejas de la CUP no se deben al cumplimiento de la orden judicial por parte de los Mossos si no que estos actuasen sin previo aviso, sin tiempo para avisar a las cámaras de televisión. La noche del franquismo no puede confundirse con la hoguera de las vanidades.