CIENCIA

La clonación de macacos es una noticia de interés discutible

Implantar embriones como se hizo con la oveja 'Dolly' con porcentajes de éxito similares en humanos es ciertamente impensable

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Pere Puigdomènech

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Una de las noticias científicas recientes que ha salido en los medios de comunicación es la del nacimiento de dos primates que tienen un genoma idéntico al de otro animal y entre ellos mismos. Investigadores chinos aseguran haber clonado los animales utilizando la misma técnica con la que ya hace más de 20 años nació la oveja Dolly'. Como la especie humana se encuentra entre los primates, la noticia ha vuelto a despertar la atención hacia que se pueda un día clonar algún miembro de nuestra especie.

El experimento lo han hecho grupos de investigación chinos aplicando la misma aproximación que se usó en Escocia con la oveja Dolly. Se trata de sustituir en un óvulo el núcleo que contiene el ADN, por el núcleo de una célula de otro individuo, de forma que se puede hacer nacer un animal que tiene una información genética idéntica a la de un adulto. Después de Dolly, se ha ido haciendo con varias especies animales y se está utilizando en algunos de ellas aunque de forma bastante limitada.

Barreras técnicas con los humanos

Hasta ahora hacer esta transferencia en los primates era difícil y por eso llama la atención este resultado porque se hace con macacos, una especie más cercana a la humana. La dificultad sigue existiendo porque el experimento ha sido realizado con éxito, pero los dos macacos no son idénticos a un adulto sino que las células donadoras han sido extraídas de un feto de la misma especie. Existen barreras técnicas para aplicar este método en humanos, pero podría ser que alguien pudiera tratar de sobrepasarlas.

Las razones para ello podrían estar relacionadas con lo que llamamos medicina regenerativa. Hay un conjunto de enfermedades que tienen que ver con la degeneración de algún tejido de nuestro cuerpo. Por ejemplo, cuando tenemos un infarto de miocardio, una parte del músculo del corazón queda afectado y produce una insuficiencia cardíaca. Hay otros ejemplos como la artrosis, la degeneración de la retina o la enfermedad de Parkinson, que quizá se podrían solucionar si fuéramos capaces de producir células iguales a las nuestras que pudieran sustituir, sin rechazo, los tejidos dañados. Hay técnicas alternativas que se están explorando, pero que alguien haga investigación en lo que se llama la clonación terapéutica es comprensible.

Más difícil de entender sería que alguien quisiera hacer nacer un individuo que fuera idéntico a un adulto humano. En este caso, se encontraría con diferentes tipos de obstáculos. Solo hay que tener en cuenta que en el caso de la oveja Dolly fue necesario implantar en ovejas más de 200 embriones que o no nacieron o lo hicieron con malformaciones. Implantar embriones con porcentajes de éxito similares en humanos es ciertamente impensable. En segundo lugar, los convenios internacionales lo han prohibido claramente, aunque alguien podría encontrar un resquicio en algún país. Y el interés de hacer nacer individuos idénticos en su genética a alguien viviente no puede tener más interés que la vanidad. No estamos hablando de la edición de genomas, por ejemplo, con la que en algún momento se puede presentar alguna ventaja para el niño.

La clonación de animales domésticos

Por lo tanto la investigación en técnicas que permitieran desarrollar métodos para reparar tejidos que han degenerado tiene un interés evidente, en cambio no parece tenerlo la clonación de individuos humanos. Incluso la de animales domésticos como vacas, cerdos o caballos, que ocupó durante horas a los parlamentarios europeos, ha acabado teniendo una aplicación muy limitada. Puede parecer discutible, por tanto, que alguien dedique su esfuerzo por ampliar el espectro de especies en las que se puede aplicar esta técnica. Es cierto que la publicación de la producción de Dolly fue un descubrimiento científico de gran impacto y aquellos que continúan trabajando en el tema reciben mucha atención, como se ha visto en este caso con los macacos, aunque sea discutible.

Es muy posible que en la investigación que se hace, la que se publica y la que llega a los medios el componente sensacionalista acabe influyendo. No se puede negar que hablar de ciencia suele ser positivo, pero poner el foco en cuestiones marginales pero polémicas puede acabar produciendo una alarma poco justificada. Y esta puede crear reacciones que dificulten la investigación en los temas que valgan la pena. Para la biología saber cómo se forman los tejidos y los órganos de los mamíferos y para la medicina desarrollar métodos para regenerar tejidos dañados son objetivos muy claros. Esperamos que los aspectos más llamativos no acaben poniendo obstáculos a aquella investigación que realmente interesa.