10 claves para explicar la victoria de Donald Trump

Lo racional, lo establecido, las certidumbres ya no funcionan. Todo está cambiando, estamos en la era de la pospolítica.

Trump y su mujer, Melania, felicitados por la multitud tras el discurso de aceptación de la victoria del magnate, en el hotel New York Hilton Midtown, en Nueva York, el 9 de noviembre.

Trump y su mujer, Melania, felicitados por la multitud tras el discurso de aceptación de la victoria del magnate, en el hotel New York Hilton Midtown, en Nueva York, el 9 de noviembre. / periodico

Ignacio Martín Granados

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Lo que empezó como una anécdota curiosa, como el capricho de un multimillonario, acabó por convertirse en una sorpresa para muchos ciudadanos que hoy se preguntan cómo un personaje como Donald Trump ha conseguido ser elegido presidente de los Estados Unidos. Uno de los problemas de esta incomprensión es tratar de explicar o juzgar la política estadounidense desde un punto de vista etnocéntrico, igual que nos sucedía, por ejemplo, con la Italia de Berlusconi. El contexto lo es todo y la cultura política y las circunstancias que rodean el clima político, económico y social estadounidense explican cómo se ha desarrollado la campaña de las elecciones presidenciales de 2016.

Ahora se inicia un periodo en el que politólogos, sociólogos y medios de comunicación analizarán minuciosamente todo el proceso electoral y pronto obtendremos con todo detalle las explicaciones de por qué han sucedido. Hasta entonces, te ofrezco una serie de indicadores como claves de la victoria de Donald Trump:

1. Un relato simple y poderoso frente a otro desdibujado. Donald Trump ha sabido leer muy bien qué le preocupaba a la sociedad estadounidense y le ha ofrecido un mensaje con el que identificarse. Podremos no estar de acuerdo, pero era simple y, aunque no explicaba los problemas, identificaba culpables (el establishment), ofreciendo al votante un enemigo sobre el que cargar todos los males de la sociedad norteamericana y, de paso, desviar el discurso de un eje ideológico que le perjudicaba a otro pueblo/abajo-élites/arriba que le beneficiaba. Por el contrario, Hillary Clinton carecía de una narrativa ilusionante y enérgica, más allá de continuar con la labor de Barack Obama, no permitir que Trump fuera presidente o ser la primera mujer elegida presidenta.

2. Abanderar el voto antiestablishment. Trump, a pesar de ser multimillonario, es un 'outsider' de la política, sin ningún tipo de experiencia en gestión pública ni política. Aunque procede de familia rica, encarna el sueño americano de 'self-made man' al multiplicar la fortuna heredada de su padre. Este es un magnífico ejemplo de cómo posicionarte frente a la amplia experiencia de tu contrincante (que fue brillante abogada, primera dama, senadora y Secretaria de Estado) e ilustra una terrible paradoja. Además, Trump ha luchado contra todos (contra la eficaz maquinaria del partido demócrata, contra su propio partido, contra los medios de comunicación y sus analistas, contra las encuestas, contra el mundo del espectáculo y del deporte, contra las bolsas internacionales…), lo que le ha beneficiado reforzando su imagen de candidato ajeno al sistema.

3. Voto reactivo. Ante dos candidatos impopulares, esta ha sido la campaña del mal menor, de la elección entre un candidato malo y otro peor, en la que se ha votado en contra de. Sin embargo, no puedes despreciar moralmente o ridiculizar a los votantes de tu adversario ya que les estarás movilizando contra ti automáticamente. Se ha hablado mucho durante la campaña de que los votantes de Trump eran los blancos sin ingresos ni estudios de zonas rurales frente al cosmopolitismo del electorado de Hillary. Luego hemos visto que esto no ha sido así de forma generalizada, pero el orgullo herido de la clase trabajadora estadounidense ya estaba hecho y reforzaba el relato (y los apoyos) de Trump.

4. Campaña del miedo. Esta ha sido una campaña marcada por el desprecio, la desconfianza y la incertidumbre. Sin duda alguna, una de las campañas más negativas que se recuerdan donde ha habido mucho juego sucio. Pero en este tipo de campañas quien más tiene que perder es el candidato racional, ya que sus propuestas quedan tapadas por el ruido y la intoxicación rival (mejor insultar que argumentar). Como si fuera Frank Underwood en House of Cards, Trump ha puesto al terror como centro de la campaña: terror ante la inmigración, ante la desigualdad y falta de empleos, miedo a la candidata títere de Wall Street, a una candidata mentirosa, enferma y delincuente por el caso de los correos electrónicos de quien pedía fuera encarcelada… Y este relato ha sido más poderoso que el miedo a la ignorancia, desprestigio, machismo, homofobia y populismo de Trump. En una campaña polarizada y con el miedo como protagonista, ha pesado más el voto anti Clinton.

5. El mito de la financiación. Es una de las reglas no escritas que se ha roto o no se ha cumplido. Donald Trump, con un gasto en la campaña de 700 millones de dólares, se ha impuesto a Hillary que se ha gastado 1.100 millones. Aunque hay que matizar este punto ya que la principal inversión se produce en anuncios de televisión y aquí Trump ha jugado brillantemente como explicamos en el siguiente punto.

6. El papel de los medios de comunicación. A pesar de haber invertido una tercera parte de lo que su rival se ha gastado en televisión, Trump -el hombre espectáculo-, gracias a sus altisonantes, insultantes y controvertidas declaraciones, estaba constantemente apareciendo en televisión. Y después sus mensajes eran reproducidos en las redes sociales y difundidos (gratuitamente) por otros medios, por lo que llegaba más y mejor a los votantes. Por otra parte, se ha criticado a los medios de comunicación que se limitaran a reproducir sus afirmaciones sin comprobar su veracidad (fact-checking) como finalmente, y ante la reiteración de mentiras (postverdad), se decidieron a hacer The New York Times y The Washington Post.

7. La abstención de las minorías. El otro mito que se ha caído en estas elecciones es el de que sin el apoyo de las minorías, ya sean hispanos o afroamericanos, se puede llegar a la Casa Blanca. Ahora sabemos que, de los que han votado, los afroamericanos lo han hecho mayoritariamente por Clinton, pero no está tan claro que sea así entre el voto hispano. Aquí hay que tener en cuenta también que el voto latino es heterogéneo y no disciplinado (no es lo mismo un mexicano que un cubano, colombiano o puertorriqueño). Por último, se ha hablado mucho del papel que debían jugar los 'millennials', se supone que a favor de Hillary Clinton, pero parece que no ha sido suficiente, han preferido quedarse en casa o decantarse por candidaturas no tradicionales (como el libertario Gary Johnson, que ha obtenido 4 millones de votos y un 3%).

8. El voto oculto. Tras los fallos de las encuestas en las elecciones del Reino Unido, el referéndum del Brexit o de los acuerdos de paz en Colombia, los sondeos tampoco han acertado el resultado. Es cierto que no se trata de una única elección sino de votaciones en 50 estados (más Washington D.C.) y mayoritariamente han previsto los resultados, pero precisamente donde más falta hacía que arrojaran luz no han sabido detectar el voto oculto, la espiral del silencio  y voto final de los indecisos (17% frente al 3% de 2012). Que Trump fuera un candidato atípico y el vaivén de la campaña en su última recta con los escándalos de los vídeos de Trump y acusaciones del FBI a Clinton tampoco han ayudado a consolidar una opinión entre el electorado sino contribuido a la montaña rusa de predicciones demoscópicas.

9. La mala estrategia de comunicación de Hillary Clinton. A pesar de contar con el aprendizaje que supuso la derrota en las primarias ante Barack Obama hace ocho años, Hillary ha cometido errores de bulto en su campaña como ocultar su enfermedad y no saber gestionar una respuesta rápida y convincente, dejarse marcar la agenda por el huracán Trump y no liderar los temas que preocupaban a los estadounidenses y, en definitiva, posicionar un mensaje convincente. El anticandidato Trump -narcisista, populista, ignorante y egocéntrico-, con sus mentiras y con sus insultos, ha sido más eficaz mostrándose como un líder fuerte, sin pelos en la lengua, encarnando la épica del ganador y luchador contra todos. 

10. Triunfo del voto pasional. Barack Obama triunfó porque tenía carisma, supo emocionar al electorado y empatizó con él basando su discurso en la ilusión y la esperanza. En estas elecciones el único que ha sabido conectar emocionalmente con el electorado, aunque fuera de una forma visceral, ha sido Donald Trump. Hillary Clinton se ha mostrado -al igual que Al Gore en 2000 frente a George W. Bush- como la mejor candidata posible, la más formada y con experiencia, pero fría e incapaz de levantar ninguna pasión. Le ha pesado la confianza en que mucha gente daba por descontada su victoria y reunir en su candidatura la peor herencia de los mandatos de su marido Bill Clinton y la gestión de Obama. Además, y eso que era fácil, ha sido incapaz de aglutinar el voto antitrump.

En definitiva, el resultado de estas elecciones es fiel reflejo de la sociedad estadounidense, una sociedad descontenta y fracturada que pone de manifiesto la total desconexión entre la política tradicional (las élites, la casta) y los ciudadanos. Que los estadounidenses hayan preferido al outsider Trump -lo nuevo-, evidencia no sólo la ruptura entre la sociedad y la política sino que debe hacernos reflexionar sobre el éxito de las nuevas propuestas populistas y sus atractivos códigos de marketing político. Lo racional, lo establecido, las certidumbres ya no funcionan. Todo está cambiando, estamos en la era de la postpolítica.