Análisis

Ciutadans concentra el voto no independentista

El triunfo de Arrimadas es todo un hito que resume la polarización de la sociedad catalana

Albert Rivera y Inés Arrimadas celebran el resultado de Ciutadans.

Albert Rivera y Inés Arrimadas celebran el resultado de Ciutadans. / periodico

JOSÉ A. SOROLLA

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La presunta competición entre Ciutadans (C’s) y el PSC en el bloque no independentista no fue tal. El partido de Albert Rivera e Inés Arrimadas no solo ganó las elecciones en votos y escaños, sino que concentró prácticamente todo el voto antiindependentista, pero la fiesta no fue completa porque el espectacular avance de C’s no fue suficiente para arrebatar la mayoría absoluta al bloque secesionista. Y no fue suficiente, en primer lugar, porque el PSC obtuvo al final un resultado modesto, muy lejos de las expectativas que despertó la inteligente campaña de Miquel Iceta, y, en segundo lugar, por el hundimiento del Partido Popular, que paga en exclusiva la utilización del artículo 155 de la Constitución, pese a que Ciutadans fue desde el principio incluso más partidario que Mariano Rajoy de su aplicación.

Pese a que no podrá formar Govern porque es probable que Junts per Catalunya, ERC y la CUP vuelvan a ponerse de acuerdo para gobernar, el triunfo de Arrimadas es todo un hito que resume por sí mismo la polarización de la sociedad catalana y los destrozos del 'procés' independentista. El independentismo no solo ha conseguido quebrar la sociedad y hundir la economía (que se va a acelerar), sino que ha propiciado que un partido cuyo nacimiento y razón de ser fueron combatir el nacionalismo se haya convertido en el primero de Catalunya. Que un partido que está fuera de la tradición del catalanismo sea la principal fuerza política catalana tendrá amplias repercusiones en el futuro.

Hasta tal punto se ha votado de nuevo, como en el 2015, en clave identitaria que Ciutadans ha rebasado el millón de votos, cuando hace dos años obtuvo poco más de 700.000. Pero este dato tiene mucho más valor si se compara con las últimas elecciones generales, las de junio del 2016, en las que C’s fue la sexta fuerza política de Catalunya, con 380.000 sufragios. En las elecciones al Congreso de los Diputados primó la clave social (izquierda-derecha) y de ahí el retroceso del partido de Rivera, que no pudo evitar la concentración del voto en el PP de Rajoy.

Hemorragia socialista

En las elecciones de este 21-D, C’s se benefició de la transferencia de votos desde el PSC y desde el PP, mucho más incluso de lo que apuntaban las encuestas. Según el último sondeo del Gesop, el 17% de antiguos votantes socialistas manifestaban que iban a votar por C’s (igual porcentaje que en la encuesta de Metroscopia), mientras que a la inversa solo eran el 3,2% (Gesop) y el 9% (Metroscopia). A falta de los estudios poselectorales, parece claro  que la hemorragia de votos socialistas hacia Ciutadans ha sido mucho mayor. El partido de Arrimadas, como ya ocurrió en el 2015, se ha impuesto en poblaciones importantes del área metropolitana de Barcelona. 

La victoria de Ciutadans, que ha doblado en votos y en escaños al PSC, significa también una derrota de la izquierda no independentista (con un resultado pésimo de Catalunya en Comú). Es otro de los datos que auguran la instalación de la política catalana en la confrontación identitaria que solo puede traer más desgarro, más sufrimiento y más ansiedad