Ciudad global

No es exagerado decir queShakiraes una de las grandes estrellas de la música global. De origen colombiano y ascendencia catalana, triunfó cantando en inglés y lleva varias giras mundiales a sus espaldas. Su último éxito, ese pegadizoWaka Waka, lo ha sido de la mano de otro fenómeno global, el Mundial de Suráfrica. Sin caer en el catetismo con el que algunos recibieron aMichelle Obama, lo cierto es que tener aShakiraviviendo desde hace varios meses en Barcelona refuerza la marca de la ciudad en el mercado global. Como también lo hace el hecho de que sus calles sean el escenario del primer videoclip de su próximo disco.

Las razones de la elección son probablemente de índole profesional. A nadie se le escapa que el fotógrafo que dirige el rodaje es catalán. Aun así, algunas malas lenguas también apuntan que pudiera haber razones ocultas de tipo personal en el desembarco. Pero, en todo caso, lo cierto es queShakira aceptó la propuesta de venir a Barcelona –viniera de donde viniese– y a sus productores no les pareció que situar a la estrella global en esta ciudad mediterránea pudiera ser un mal negocio.

Sacrificios útiles

Podemos concluir, por tanto, que algunos de los sacrificios que ha hecho esta ciudad han valido la pena. Desde la lejana operación urbanística para recuperar las playas donde se rueda estos días el clip hasta las batallas para construir el hotel donde se aloja pasando por las incomodidades y el estrés que implica ser una capital turística global. Si Barcelona no lo fuera, no habría optado a alojar a la estrella. De la misma manera que valdría la pena estudiar las posibilidades de rentabilizar –en el mejor sentido de la palabra– el enamoramiento deShakira.«Me encanta Barcelona», declaró ayer a los perspicaces reporteros de este diario que llevan dos días al pie de la noticia. ¿Se imaginan que lo soltara mirando a la cámara en las grandes cadenas globales de televisión? Decididamente, urge que alguien le proponga otro videoclip: o elVisc a Barcelonao elFan de Catalunya. Al menos, démonos una alegría entre que acaba Melilla y vuelve la crisis.