DOS MIRADAS

Cinco meses

Ni Sànchez ni Cuixart alentaron ni utilizaron la violencia. Cuesta no ver represalia en esa prisión preventiva.

El presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sanchez, y el d Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, muestran papeletas del referendum del 1-O en Barcelona.

El presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sanchez, y el d Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, muestran papeletas del referendum del 1-O en Barcelona. / periodico

EMMA RIVEROLA

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Estas líneas no pretenden ser un juicio a un juez. No tengo capacidad ni conocimientos ni potestad para cuestionarlo. Pero sí voz para lamentarlo. Sànchez y Cuixart llevan más de cinco meses en prisión sin haber sido juzgados. Recurrir al dolor de los familiares sería fácil, humano, pero rehúyo la tentación de caer en una pornografía emocional que, en el fondo, sería injusta. Todos los presos tienen quien les llore y la justicia no se imparte según las lágrimas derramadas.

No creo en la bondad de los actos de los responsables políticos que llevaron a Catalunya al colapso de DUI. No éramos suficientes, dicen ahora. Pero antes también sabían contar. Y, aun así, tiraron adelante un plan abocado al fracaso que llevó al sufrimiento de muchos y que ha absorbido demasiadas energías. Así estamos, paralizados, exhaustos, mirándonos unos a otros sin acabar de comprendernos. Pero no podemos olvidar que la espita que prendió el ‘procés’ fue la sentencia del Estatut. Al agravio se sumó un pasado de desencuentros, una historia más o menos moldeada, el enorme descontento causado por la crisis y unos intereses políticos, algunos legítimos, otros espurios. También ambiciones personales.

Ni Sànchez ni Cuixart alentaron ni utilizaron la violencia. Cuesta no ver represalia en esa prisión preventiva. Utilizar la ley y convertirla en el yugo de unas aspiraciones políticas legítimas es sumar un agravio más a la lista del desencuentro.