La política exterior del gigante asiático

China y la nueva Ruta de la Seda

Pekín impulsa la legendaria senda de las caravanas con fines económicos y geoestratégicos

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GEORGINA HIGUERAS

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Xi Jinping, el dirigente más viajero de la historia de China, está empeñado en hacer del relanzamiento de la antigua Ruta de la Seda el sello de su política exterior. Así como el plan Marshall modeló las relaciones de Estados Unidos con sus aliados, Xi pretende que su macroproyecto de infraestructuras y transportes, defina los vínculos del gigante asiático en la era global. Quiere que Pekín hable de tú a tú con Washington, lo que exige reforzar su proyección internacional. De ahí que, pese a los graves problemas internos que enfrenta –desde la lucha contra la corrupción a los vaivenes económicos–, no escatime tiempo para visitar los países que pueden sumarse a una franja, una ruta, el plan que aúna tanto la Ruta de la Seda terrestre como la marítima. 

SOCIO COMERCIAL

SOCIO COMERCIALLa gira de Xi en enero por Irán, Arabia Saudí y Egipto revela la enorme importancia que China atribuye a Oriente Próximo, no solo porque en esta zona se aprovisiona de más de la mitad del crudo que consume, sino también porque es paso obligado hacia Europa tanto por mar como por tierra, si no quiere depender únicamente de atravesar Rusia. Precisamente fueron mercaderes de Oriente Próximo los que hace 23 siglos iniciaron a lomos de camellos la senda de las caravanas, que en el siglo XIX recibió el nombre de Ruta de la Seda.

    Pekín está convencido de que el desarrollo es la mejor arma contra el terrorismo, la radicalización islámica y el separatismo, males que acechan a Xinjiang, su región más occidental y la más vulnerable a la inestabilidad de Asia central y Oriente Próximo. Con una diplomacia basada en el principio de no injerencia, China no está interesada en involucrarse políticamente en esos avisperos, pero considera que contribuirá a la pacificación con el impulso a la conectividad y el crecimiento económico de esos países. Para Pekín, la solución está en el titánico plan de infraestructuras de tránsito de pasajeros, mercancías, hidrocarburos y alta tecnología de la Ruta de la Seda del siglo XXI.

    Xi dejó en Egipto 13.500 millones de dólares en contratos; con la Liga Árabe se comprometió a invertir 55.000 millones; en Riad firmó 14 acuerdos mil millonarios, incluido uno nuclear, y en Teherán alcanzó un pacto para invertir en 10 años 600.000 millones de dólares. Pekín esperó al levantamiento de las sanciones de la ONU a Irán, el pasado 16 de enero, para avanzar sus posiciones en la república islámica.  Por otra parte, China es el primer socio comercial de África, donde construye infraestructuras que facilitan la explotación de sus recursos naturales. La Ruta de la Seda marítima busca, entre otros objetivos, involucrar a los países que la conforman en el desarrollo del continente negro. 

El 15 de febrero llegó a Teherán el primer tren de transporte de mercancías desde Yiwu, un importante centro de producción del este de China. El trayecto de 10.399 kilómetros, que discurre por Kazajstán y Turkmenistán, se realizó en 14 días, 30 menos que el viaje por mar. De momento, su periodicidad será mensual, pero al igual que se han multiplicado los trenes directos a Europa –a Alemania, dos veces por semana y a España, una al mes-- todo apunta a que se incrementará con rapidez. 

INTRUMENTOS FINANCIEROS

 La decisión de Barack Obama de excluir a China del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, en sus siglas en inglés) aceleró la decisión de Jinping de apostar por una revolución total de las infraestructuras, un proyecto, que incluyera América Latina y encumbrara a China como hiperpotencia global. A las vías terrestre y marítima se unirá la transoceánica, para unir el Atlántico y el Pacífico con un ferrocarril a través de Brasil y Perú. Xi ha capitalizado también el malestar entre Putin y Occidente para estrechar lazos con Rusia y superar la desconfianza de Moscú hacia los planes de Pekín en Asia central. 

    Desde que comenzaron hace ocho meses las convulsiones de la economía china, Pekín ha reducido sus reservas de divisas en más del 15%, pero aún tiene 3,3 billones de dólares para respaldar su proyecto a través de las instituciones financieras que ha creado: el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras y el Nuevo Banco de Desarrollo, fundado por los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica). Desde que Jinping anunció su voluntad de revitalizar la Ruta de la Seda los avances son espectaculares. Solo en el Mediterráneo en el 2016, además de los acuerdos con Egipto, ha renegociado la explotación hasta el 2052 del puerto griego de El Pireo, que ya había modernizado, y ha acordado la construcción de un enorme puerto de aguas profundas en Cherchell, a unos 70 kilómetros de Argel. 

    China parece decidida a focalizar en la esfera económica su lucha por el dominio mundial y en la Ruta de la Seda ha encontrado el instrumento ideal.

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