Dos miradas

Chapoteo en el fangal

EMMA RIVEROLA

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Ignacio Ramonetconvirtió su discurso de agradecimiento por el Premio Antonio Asensio de Periodismo en una espléndida lección magistral. Lúcido observador de la realidad, a la tradicional lista de poderes interesados en coartar la libertad del periodismo, sumó algunos grandes conglomerados de comunicación global. Aquellos que pretenden convertir el periodismo en un mero entretenimiento, y a los ciudadanos, en borregos adormecidos.

La voluntad de conformar al pueblo con diversión no es nueva. Dos mil años más tarde, el circo romano se ha convertido en un lodazal al que se arrojan las más diversas criaturas para diversión popular. El periodismo no se ha mantenido incólume a la ciénaga. Para su descrédito, a menudo se tilda de periodistas a payasos que se dedican a chapotear en lodos miserables. En ese mismo fangal también trata de bracear la clase política. Merecedora de todas las críticas que su mal oficio genere, las salpicaduras no deberían alcanzar a las instituciones que representan.

Del mismo modo queRamonetinvitó a los periodistas a no dejarse anular por la exigencia de inmediatez y a tomarse el tiempo suficiente para reflexionar y hurgar en pos de la verdad, los ciudadanos también deberíamos ralentizar nuestros juicios y no conformarnos con cualquier información. Periodistas y políticos son dos pilares de la democracia. ¿A quién beneficia el debilitamiento de su papel?