Al contrataque
Cero en esfuerzo
Montón hace bien en dimitir, entre otras cosas, porque su partido ha sido tremendamente exigente con los másteres del PP
Cristina Pardo
Periodista
Cristina Pardo
Me pasma el ansia de los políticos por acumular títulos, como sea, para que los ciudadanos pensemos que son mucho más listos de lo que, sin duda, son. Porque supongo que ese es el motivo: engordar el currículo con un esfuerzo muy relativo y unas consecuencias nefastas. El último caso que hemos conocido afecta a la socialista Carmen Montón, con una situación muy parecida a las ya sabidas -y ampliamente criticadas- de Cristina Cifuentes y Pablo Casado. Aunque tienen algunas diferencias de matiz, creo que a estas alturas podemos afirmar que estas personas, cobrando ya dinero público, obtuvieron sus títulos de posgrado por su cargo bonito.
Desconocimientos inexplicables
Entre convalidaciones, misteriosos cambios de nota y trabajos de fin de máster de los que apenas conocemos la portada, se llevaron a casa el diploma sin rechistar. Montón cuenta con el agravante de que ha tenido mucho más tiempo que los miembros del PP para recabar pruebas y defenderse de manera consistente, sabiendo que la universidad que le expidió el título estaba bajo sospecha.
Sin embargo, nos hemos encontrado con que ni siquiera sabe dónde se impartían las clases a las que alguna vez asistió porque, según dice, no tiene carné de conducir e iba en taxi. O sea, que no sabe si sus clases estaban en Getafe o en Vicálvaro. Sería bueno que nuestros representantes públicos supieran, al menos, a dónde van. No me parece mucho pedir. Además de su sorprendente desorientación, Montón no trató con nadie, presentó el trabajo final antes de tener todo aprobado y su expediente fue manipulado, lógicamente a su favor. Seguramente, ninguno de los ilustres alumnos mienten cuando afirman que hicieron lo que les pidió la universidad.
A estas alturas, es innegable que en la Rey Juan Carlos unos cuantos traficaron con los títulos de máster. Pero es imposible que no fueran del todo conscientes de que se trataba de un posgrado demasiado accesible, de todo a cien. Salvo que estén acostumbrados a recibir un trato de favor allá donde van.
Montón hace bien en dimitir. No solo porque sus explicaciones no son dignas de ningún representante público que se precie, sino porque su propio partido ha sido tremendamente exigente con las irregularidades detectadas en los estudios de los miembros del PP. Lo mismo tuvo que hacer Cifuentes y lo mismo tendrá que hacer Casado si el Tribunal Supremo se pronuncia a favor de su imputación y le llama a declarar. Es probable que a ellos, y también a Montón, les parezca una estupidez tener que dimitir por algo así. Pero la ejemplaridad es muy importante. El esfuerzo, también. Y para saber que conviene rechazar cualquier trato de favor cuando ejerces un cargo público, no hace falta tener un máster.
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