Cerebro licuado

Imagen de la película 'Avatar'

Imagen de la película 'Avatar' / periodico

MERCHE NEGRO / Barcelona

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Disculpen ustedes, me estabalicuando el cerebro.

Así de poco a poco, he estadovuelta y vuelta al sol suicidando mis neuronas, de la forma más consciente de la que una es capaz. Como segunda opción puedo darme al vino tinto noche tras noche. Ganas no me faltan pero es que se te ponen los dientes negros y lo que me faltaba ahora era parecerme a lanovia de Shrek, aquella que al final terminó enamorando aAndreuen la vida real, fíjate tú que cosas.

Porqueel humor y no el amor que te digo yo que está sobrevalorado e infrarespetado, salvará el mundo. Lo dice una romántica que no encuentra réplica a la altura de sus expectativas. A excepción de Cary Grant (obvio, siempre) pero es que por mucho que se apoyara en blanco y negro en elquicio de mi mancebía, desde el más allá no me podría solucionar nada ya, el pobre.

Así que he preferido estos días tumbarme día tras día entre turistas,jóvenes insultantemente bellos y bellas, enanos que brincan y se rebozan en la arena exultantes, como si los rayos del sol activaran el botón de la felicidad que de mayores nos desaparece de vete tú a saber dónde estuviera, para ser sustituido por las muelas del juicio.

A mí no me preguntaron si quería el cambio. De hecho y en confesión, os diré que yo no tengo esos molares. “Cosa genética”, me dijo un dentista. “Ahora me explico algunas cosas”, bromita que llevo casi quince años aguantando. A ver si van a tener razón.

Tarde tras tarde he fenecido un poco bajo los rayos, intentando que algunos recuerdos entraran en combustión. Yo los iba llamando a filas pero son de estos cabrones que se han quedado enganchados y no quieren salir. Que no desean morir, vaya. Y yo pensando en mi adoradoGondryy en cómo querría yo ser suKate Winslet(y no la de Titánic que siempre me ha parecido una cursi de tamaño sideral) decido quedarmeinmóvil tumbada, con el viento convirtiéndome en duna. Llega la noche y luego el día siguiente -la cosa siempre ha ido así, no podemos invertir los factores- .

Con el ralentí nocturno me he puestoun tanto morada, que sabemos que es verano pero yo sigo siendo friolera y claro, los primeros niños felices pero a la vez asesinos en potencia, los que vienen llenos de energía después del desayuno a la playa, me confunden con una medusa gigante y fea y me tiran piedras. Yo ya he olvidado cómo hablar porque los recuerdos que no quiero mantener utilizaron mi lóbulo central como escudo humano ante el ataque del sol de Poblenou. Ahí es donde reside la capacidad del lenguaje¿ y así me he quedado:desgraciadita y muda.

“A esos niños y sobre todo a sus padres, les ponía yo a ver vídeos de lapidaciones de mujeres iraníes en bucle”. Lo pienso pero no lo digo porque mis manos ya no son manos, empiezan a oler a sal y veo de reojo que están cambiando a un color azulado. “Lo tuitearía, me cabe de sobra en 140 caracteres¿ ¿qué? ¿qué estoy diciendo,?¿qué es tuitear¿qué era aquello que yo hacía tanto..?”. Ahora esos recuerdos insistentes andan enredando en mi lóbulo occipital y no veo, no siento¿ no sé, no sé quién soy. Ellos mandan.

Hijos de una hiena.

Llega otra noche, y otro día. Nadie me ve. Y yo no veo. Siento el calor, luego el frío. Y de nuevo ardo, para congelarme horas después.No soy prácticamente nada, ¿un recuerdo de alguien, quizá? Pero sí oigo, aún puedo escuchar. Cada vez un sonido más hueco, estoy más abajo. ¿Respiro? No lo sé. Mis pulmones, si es que siguen ahí, no me mandan señales.

Por fin hoy he salido a la superficie, de madrugada. Le he dado un buen susto a una pareja de jóvenes que se abrazaban entre las olas, vestidos y aunque el tópico diría que borrachos, la verdad es que no lo estaban en absoluto, si bien eran muy conscientes de lo que estaban haciendo: me habría ruborizado al descubrirles si aún tuviera yosangre caliente. Supe que él se llamaba Luis porque la chica no se cansaba de gritar su nombre. Ella explicitó de sobra sus ganas de no perderlo o de no olvidarlo llamándole tantas veces en alto, tantas como los brazos de él la dejaban respirar. Mojados han salido del agua, y un tanto temblorosos digo yo al principio por el frío, pero creo que mis escamas y ojos fluorescentes han contribuído a sus espasmos.

“¿De dónde sois?”- les he preguntado yo, porque no hablaban catalán y oye, que me ha extrañado. Me maravillo al instante:”¡Anda mira, si puedo volver a hablar otra vez¿!” y en lo que salían despavoridos, ella se ha girado y me ha dicho: “Del norte: ¡adivínalo por mi acento!”. Tal cual. Me ha caído muy simpática. Al final resulta que era de cerca de Aïnsa, en Huesca.

Con este pensamiento he tomado la dirección de la rambla del barrio. Dos metros de figura azul, brillante en la noche y con aspecto de unAvatardeJames Cameron. Quizá un poco más marino, un tanto más reptil. No sé. Fría, en definitiva. Si me veis, decidme qué os parezco, yo estoy orgullosísima de la pinta que tengo, porque elegante estoy un rato.

Yo ya no recuerdo mucho. Solo que una vez fui una humana que se tumbó al sol a licuarse el cerebro de poco a poco, a conciencia.

El blog de Merche Negro