Análisis

Catalunya y el Estado español, vías divergentes

ENRIC MARÍN

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La puesta en circulación del manual de uso antisoberanista elaborado por el Ministerio de Exteriores casi ha coincidido con la difusión del mensaje institucional de Fin de Año del president Mas. No es preciso ser un experto en comunicación política para advertir que solo tienen un punto en común: los dos están pensados en clave internacional.

Aunque la variable determinante del proceso es el decantamiento de la opinión pública catalana, los dos dan por hecho que el desenlace de la situación política que vive Catalunya ya no depende solo de factores de carácter local. Y desde este punto de vista, el universo de significaciones que contiene el breve discurso del president Mas es mucho más eficaz que el voluminoso argumentario ministerial. Y ya no por el contenido más que discutible del texto inspirado por el ministro Margallo. Si su contenido técnico y jurídico fuera impecable, su eficacia política también sería muy reducida.

Básicamente, por dos razones: en primer lugar, desde una perspectiva internacional, la comparación con el Reino Unido y Escocia es demoledora; y, en segundo lugar, porque nadie entiende que la posición del Estado se limite a un no a todo sin una propuesta alternativa atractiva. Pero ni Rajoy ni las élites españolas tienen ninguna propuesta de actualización y modernización para España. Y todavía menos para Catalunya. El debate está marcado por las visiones sectarias de la FAES.

En el otro lado, el mensaje institucional de Mas pivota sobre los principios democráticos de forma inequívoca. No es un discurso de partido. Es inclusivo y transversal. Y eso es básico para su crédito internacional. Es el discurso de un movimiento surgido de la base social, que en clave interna tiene una virtud imbatible en estos tiempos de incertidumbre: canaliza una legítima ilusión de superación colectiva.

Alguien hizo creer a Rajoy que el movimiento soberanista se desinflaría solo, o que todo iba de tacticismo reivindicativo. La concreción de la fecha y la pregunta de la consulta ha puesto al descubierto la extraordinaria miopía de la política española en relación a lo que ellos llaman el problema catalán. El manual de uso de Margallo es la última muestra.