LA CLAVE

La catáfora griega

BERNAT GASULLA

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Pues sí, chicos y chicas que acabáis de saber la nota de la selectividad. Resulta que precisamente una catáfora, esa figura literaria por la que os preguntaron en la prueba de acceso a la universidad y que todos descubrimos ese día, puede servir para describir la situación generada en las negociaciones entre Atenas Bruselas. Primer ejemplo de catáfora: «Mira que se veía venir: lo de Grecia acabará mal».

La palabra catáfora, cómo no, tiene origen griego. Como muchos otros vocablos, entre ellos democracia y economía. No voy a darles la tabarra con una letanía de la herencia de la lengua de Homero. Sin embargo, no quiero dejar de recordar que drama y tragedia también son palabras que debemos a los griegos. Segundo ejemplo de catáfora: «Mira que os lo dije: lo de Grecia acabará siendo una tragedia europea». Ahora muchos se abrazan al hashtag #yovoyconGrecia y muy pocos osan decir en público que van con las instituciones acreedoras, la otrora llamada troika (por cierto, de origen ruso). Los primeros defienden la capacidad soberana del pueblo de decidir su futuro en referéndum (aquí aparece el latín), mientras que otros abogan por las máximas de que no se debe gastar más de lo que se tiene, de que se deben devolver las deudas y de que quien paga manda.

Política o economía

Tercer ejemplo de catáfora: «Esto solo puede tener dos finales: malo o peor». ¿Alguien honesto puede decir ahora de forma concluyente qué será peor para los europeos y para los griegos? La ruptura con Grecia, su hipotética salida del euro y un posible cierre del grifo del BCE a sus entidades financieras tendrán unas consecuencias inmediatas sobre la población griega y otros efectos bastante más imprevisibles sobre el conjunto de Europa.

Pero otra alternativa, aceptar sin más que el conjunto de los europeos hemos de sostener una administración fallida y una estructura de Estado socavada por la falta de confianza, tampoco parece justa. Es un choque brutal de legitimidades: la política y la económica. «Y en este choque nos jugamos algo más que el bolsillo: la esencia misma de la democracia». Último ejemplo de catáfora.