Al contrataque
Caspa en el ministerio
Sílvia Cóppulo
Periodista y psicóloga.
Licenciada en Psicología y Doctora en Comunicación. Profesora de Comunicación en la Universitat de Barcelona
SÍLVIA CÓPPULO
Es alucinante que sea el mismo ministro del Interior en persona el que batalle dialécticamente para fabricar casos falsos de supuesta corrupción política en las filas de Convergència y de Esquerra Republicana con el director de la Oficina Antifrau de la Generalitat. ¿Cómo no tiene un segundo o un tercero en quien puedan recaer las responsabilidades del juego sucio? ¿Acaso es motivo de satisfacción y responsabilidad para él ocuparse personalmente de conspirar? Sabíamos que se usaban todos los resortes del Estado para destruir e intentar 'matar' políticamente al adversario cuando se trata del soberanismo catalán, pero de ahí a comprobar con qué extrema facilidad Jorge Fernández Díaz traza el circuito que va a permitir enviar al juzgado casos en los que no hay caso, filtrar después esas mentiras a la prensa afín para que publique supuestas historias verdaderas de corrupción en el momento político más adecuado, cabe un abismo.
De repente, todo me parece muy casposo, como si de una película de serie B se tratara y oyéramos a los personajes de una españolada de otras épocas. Salen todos: un jefecillo de seguridad al que se le contratan unos trabajitos de investigación de cuando los hechos acontecieron, justo antes de la consulta del 9-N. Y un par de cuñadas de un 'conseller', hermanas entre sí, que han mejorado de categoría profesional, y otro pariente de un líder independentista y los terrenitos que acaba de comprar, a ver qué encuentras ahí, todo muy previsible, como si el guionista de la peli fuera un socarrón perezoso que no se esforzara en escribir ni un renglón con gracia.
DIGNO, RECTO Y HONESTO
Tampoco tiene desperdicio la mucha españolidad defendida por el propio Daniel de Alfonso, que, ante las presiones del ministro para inventar donde no hay nada, calculando el posible efecto bumerán de unas maniobras excesivas, pone en valor sus servicios prestados. Ya les hemos dado en todos los morros con Ramón Bagó, les hemos destrozado el sistema sanitario, les hemos acusado y estamos jorobándoles con el CTT (Centre de Telecomunicacions i Tecnologies de la Informació), recuerda el director de la Oficina Antifrau al ministro.
Ayer por la mañana, ante una comisión del Parlament, Daniel de Alfonso se definió como un hombre digno, recto, honesto, serio y noble. ¿Saben? Se me antoja que el magistrado está convencido de ser una persona de altas convicciones morales, de la misma manera que empiezo a creer que el ministro del Interior está seguro de ser la víctima de este escándalo, porque para él todo vale cuando de destruir el soberanismo catalán se trata. Ese es, en realidad, el problema de fondo: el manto de caspa que cubre los organismos del Estado. Y donde hay caspa, no hay democracia.
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