El 'caso Cifuentes' y las circunstancias

El PP no tiene otra alternativa que ceder la cabeza de la presidenta de la Comunidad de Madrid

Mariano Rajoy, entre la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y Cristina Cifuentes.

Mariano Rajoy, entre la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y Cristina Cifuentes. / periodico

Joan Tapia

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El PP siempre ha tardado mucho en apartar a sus acusados por corrupción. El caso de Paco Camps -o el del propio Luis Bárcenas- están ahí. Sin embargo, tengo la sensación de que con Cristina Cifuentes va a ser diferente, que Mariano Rajoy entregará su cabeza con cierta rapidez.

¿Por qué? Como diría Ortega y Gasset, el PP es el PP y su circunstancia. Ahora no tiene mayoría absoluta y su rol tampoco es el de oposición indignada y acusatoria (como al final de Felipe González o con José Luis Rodríguez Zapatero). Ahora el PP es un partido que gobierna sin mayoría, que está a la defensiva y que se defiende, como puede, de los golpes que le llegan de todas partes. La libertad provisional de Carles Puigdemont en AlemaniaCarles Puigdemont es uno, porque cuestiona su estrategia de intentar ganar el conflicto catalán con el Código Penal. Y duele mucho por lo inesperado. Y es el conflicto catalán el que ha permitido a Albert Rivera humillarle -en las elecciones del 21-D- y luego caracolear a la cabeza de las encuestas electorales para las legislativas. 

Cs es, al mismo tiempo, el aliado necesario e imprescindible y el enemigo que le quiera robar los votos y el puesto de trabajo: representar al centroderecha. Y El PP está prisionero de Rivera porque la única alternativa -pactos con el PSOE- no puede ser operativa. Salvo en casos muy excepcionales.

Rivera no quiere votar la moción de censura del socialista Ángel GabilondoÁngel Gabilondo -teme que los electores conservadores no se lo perdonen-, pero tampoco puede aparecer como monaguillo del PP en un caso que, aunque menos grave que otros, es muy feo y contradice la moralización de la vida pública que predica. Por eso va a reeditar la operación Murcia del pasado año: o el PP fuerza la dimisión de Cifuentes, presenta otro candidato y colorín colorado, o Cs acabará votando -pese a los inconvenientes- la moción de censura de Gabilondo.

Rojo por un día

En la Moncloa están nerviosos y confundidos. Se equivocaron al no 'matar' a Cifuentes antes de Sevilla (¿por Dolores de Cospedal?). Ceder ahora en Madrid es mucho más duro que en Murcia, pero perder Madrid ante el PSOE, a un año de las autonómicas y municipales, es todavía peor. Más vale ponerse rojo un día que arrastrar el caso y sus derivas (Pablo Casado ya ha tenido que salir a defender su máster) durante todo un año.

Y entre las circunstancias está también el cambio radical de Podemos. Votará la moción del PSOE sin rechistar. Nada ahora de exigir la vicepresidencia del Gobierno Gabilondo. De esta forma facilitan el voto de Rivera (a un socialista, no al Frente Popular) para apartar a Cifuentes. Es todo lo contrario de lo que hicieron en el 2015 cuando Pedro Sánchez intentó ser investido y desplazar a Rajoy de la Moncloa.

¿Por qué este cambio? También por las circunstancias. No es que el PSOE vaya muy bien, las encuestas dicen que está estancado, o algo a la baja. Pero Podemos va peor. Pablo Iglesias ha debido entender que un Gobierno progresista en la Europa actual debe tener mano izquierda y que querer hacerlo liquidando antes al PSOE es imposible. Syriza ya echó a Yanis Varoufakis y atiende al BCE y al FMI.