AL CONTRATAQUE

Carta a los Reyes

Cuanto mayores sean las cuantificaciones económicas, políticas y sociales de lo sucedido en Catalunya, menos se entiende el mutismo estatal de los últimos años

El rey Felipe VI, durante su discurso sobre la situación en Catalunya.

El rey Felipe VI, durante su discurso sobre la situación en Catalunya. / EL PERIÓDICO

XAVIER SARDÀ

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Señor: en esta situación de extraordinaria crisis institucional, la aplicación del artículo 155crisis institucionalartículo 155 y la actuación de los jueces han sido los instrumentos activados frente al desafío independentista. En medicina, se trataría de una terapia severa para una dolencia casi irreversible.

La cuestión, Señor, no es tanto lo que ahora se debe hacer como lo que no se hizo en su momento. Ya sé que usted lleva pocos años, pero al ser la monarquía hereditaria… Nos hallamos ante un estropicio social previsible, pero diríase que no suficientemente previsto. Ahora se está en plena reacción punitiva frente a acciones ilegales, pero donde no se estuvo acertado en su momento fue contrapesando políticamente un mensaje propositivo y alternativo. Ya sé, Señor, insisto, que usted lleva poco tiempo. 

Esta es una monarquía parlamentaria que limita su capacidad de pronunciamiento político inmediato y terrenal, lo que, unido a los silencios atronadores del presidente del Gobierno del Reino, les ha hecho invisibles durante años. Demasiados.

Un papel mejorable

Si me lo permite, considero mejorable el papel de la institución que usted encarna y del Gobierno español, cuyas decisiones usted sanciona, para intentar evitar políticamente lo sucedido: la mitad de los catalanes ya no se sienten españoles. Sé perfectamente que en plena crisis económica era muy difícil bregar dialécticamente con el populismo secesionista y sé que se aconseja silencio y prudencia en estos casos. Pero puede que los buenos consejos para el Estado no siempre lo sean para los ciudadanos.

Cuanto mayores sean las cuantificaciones económicas, políticas y sociales que ahora se puedan hacer de lo sucedido en Catalunya, menos se entiende el mutismo estatal de los últimos años y el tremendo error de llevar el Estatut al Constitucional. Francamente, Señor, creo que ha faltado una narrativa estimulante que podría haber evitado que parte de los catalanes escépticos desconectasen. Un Estado sin argumentos no es un país.

Por la unidad

Me dirá, Señor, y con razón, que en muchos discursos ha apelado usted a la unidad y ha manifestado los aspectos positivos de continuar la andadura conjunta. Me consta su preocupación y buen asesoramiento sobre lo que ha sucedido en Catalunya todo este tiempo. Sé que ha tenido buenos consejeros para encuadrar los dilemas y las contrariedades que se han ido produciendo. Pero también creo que no se ha dimensionado proporcionalmente la acuciante gravedad del conflicto.

Ya sé que el presidente del Gobierno del Reino no le ha ayudado mucho. Rajoy creía que todo era un suflé que subía y bajaba. Como si el conflicto catalán fuese una borrasca que pronto escamparía. Piense que el presidente algún día se irá. Usted, en principio, no.