Al contrataque

La carta

Está por ver cómo vamos a afrontar uno de los grandes desafíos de nuestra era, el movimiento de cientos de miles de personas que huyen de la guerra

Merkel, durante una rueda de prensa ayer en Berlín.

Merkel, durante una rueda de prensa ayer en Berlín.

ANA PASTOR

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«No es fácil para mí contarte mi historia. Cada una de estas frases me cuesta un gran esfuerzo. No estoy bien. Todavía tengo ataques de pánico y los médicos me han recetado medicamentos. Hoy quiero contarte cómo han sido para mí estos últimos meses...» Así comienza la carta que hace unos días la prensa alemana (el semanal 'Die Zeit') publicó y que iba dirigida a la cancillera Angela Merkel. Su autor es un ingeniero sirio que llegó a Alemania desde la arrasada ciudad de Alepo dejando allí atrapados y con la esperanza de reencontrar-salvar a su mujer y a sus cuatro hijos de entre 3 y 11 años.

Ahora vive en Hamburgo, en un improvisado campo para refugiados. Comparte unos cuantos metros cuadrados con otras tres familias. Un total de 16 personas. Llegó en noviembre y asegura que la situación empeora cada día. Unas cuantas líneas más abajo sentencia: «Venir aquí ha sido el gran error de mi vida. En dos días regreso a Aleppo».

El dilema de Merkel tiene que ver con lo que esta carta clama. Atender, como ciertamente su país ha hecho hasta ahora, la llegada de refugiados o endurecer su política para que, entre otras cosas, la ultraderecha no se la coma a ella y por consiguiente a Alemania y a gran parte de Europa. Mientras escribo este artículo se está ratificando el acuerdo de la Unión Europea con Turquía para que se queden ellos el problema que es de todos. Finalmente se admite que no puede haber expulsiones colectivas (lo haremos uno a uno en cualquier caso) pero está aún por ver cómo vamos a afrontar de verdad uno de los grandes desafíos de nuestra era, el movimiento de cientos de miles de personas que huyen de la guerra.

COMPRAR LA SOLUCIÓN

La Unión Europea ha 'comprado' a Turquía la solución. Hemos pagado varios miles de millones para que sea ese país quien tenga a los refugiados en su territorio desde este domingo. Para quitarnos la mala conciencia incluimos una cláusula de intercambio en algunos casos y le pedimos a Turquía que cumpla con algunos criterios democráticos básicos en el tema de derechos humanos. «Estándares internacionales», dicen. Que se convierta en un país «seguro» para los refugiados, aseguran. En concreto la UE pide 72 medidas que algunos expertos involucrados en el tema creen que será imposible se pongan ya en marcha.

En Turquía recuerdan que ya han acogido a más de dos millones de personas en los últimos tiempos. Amnistía Internacional denunció hace un par de meses prácticas intolerables. Aseguran que ese país ha confinado sin comunicación e incluso devuelto a zonas de guerra a algunos refugiados. Es tarde para el joven ingeniero sirio protagonista de la carta para Merkel. Para él y quizá para muchos otros.