La rueda

El cáncer de este siglo XXI

NAJAT EL HACHMI

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Hace unos años del cáncer ni se hablaba. Quien lo padecía maldecía a los dioses, al destino, a nuestra condición de inmortales y a lo que hiciera falta. Sus familiares y seres queridos se indignaban y entristecían pero lo hacían en voz baja y en la intimidad. Hasta que un día a falta de guerras, hambrunas y plagas propias de países del tercer mundo el cáncer pasó a ser nuestro drama más significativo ocupando los principales núcleos argumentales de películas, series de televisión y libros de todo tipo. Eso sí, con optimismo e ilusión, que incluso muriendo tienes que ser positivo, que una cosa es el drama y otra el dramatismo que debemos evitar como sea.

De manera que ahora parece que tener cáncer sea un paseo, algo que con fuerza de voluntad y buena actitud se puede superar. Y lo cierto es que cada vez hay más gente que lo supera, pero los tratamientos suelen ser duros, algunos dejan secuelas de por vida y luego está la desazón que provoca saber que hay posibilidades de reavivamiento. El exenfermo de cáncer renueva su esperanza de vida en cada revisión. Los que yo conozco no quieren hablar de la enfermedad, ni en positivo ni en negativo y tienen que convivir con esta visión azucarada que dan los medios.

En el último caso mediático, el deTito Vilanova,ha sido sorprendente que la principal preocupación del público fuera la fecha de su reincorporación como entrenador del Barça. Debo de ser yo que no entiendo de fútbol, pero lo que hagan 11 chicos en calzón corto corriendo detrás de una pelota sería la última cosa en la que pensaría si viera peligrar mi salud. Pero supongo que este acto, el de volver lo antes posible a la rutina, no es otra cosa más que la manera de salir escopeteados hacia la vida para tratar de escapar de la muerte, aunque sea temporalmente.