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¡Canadá! ¡Las letras bálticas! ¡Lou Reed!

JORDI Puntí

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El jueves a mediodía un amigo me avisó de que el Nobel de literatura podía seguirse en directo en la web del premio. Cuando entré, faltaban 30 minutos para la proclamación. Una cámara enfocaba un estrado vacío y un montón de periodistas que hacían guardia armados con sus micrófonos y cámaras. Las casas de apuestas británicas llevaban días mareándonos con una clasificación de los mejor situados: que siCormac McCarthy, que si el poetaAdonis, que si ahora avanza unos cuerpos el keniataNgugi Wa Thiong'o, todo unoutsider… Se ve que cuando faltaban diez minutos, Wikipedia ya daba como ganador al poeta suecoTomas Tranströmer, pero enseguida lo borraron. A la una en punto llegó el momento de la fotofinish: se abrió una puerta, un señor subió al estrado y pronunció unas palabras en sueco. Entre ellas se escuchó, camuflado, el nombre deMario Vargas Llosa. Sorpresa, alegría.

Los pocos que tuvieron el acierto de apostar por el autor peruano se habrán llevado una buena suma. Arbitrario y desconcertante como ninguno, el premio Nobel es un filón para las casas de apuestas: la gente arriesga su dinero siguiendo intuiciones marcadas por las modas editoriales. Además, la mayoría de predicciones se hacen de acuerdo a argumentos de tipo geográfico, político o social, pero raramente literarios. Este año toca un norteamericano, dice alguien. Un poeta, hace mucho que no gana un poeta, responde otro. ¡Las letras asiáticas! ¡Albania! ¿YBob Dylanqué? Pero Suecia se encuentra en una esquina del mundo, tiene menos de diez millones de hablantes y la gente del Nobel va a su aire. Para bien y para mal, con omisiones clamorosas -Pla,Borges,Updike!-- y aciertos notables, la lista de los ganadores es una demostración de independencia.

Hace años queVargas Llosa aparecía entre los candidatos, pero siempre se le descartaba por la vía política. No lo ganará nunca, se decía, demasiado conservador para los progresistas de Estocolmo. Después de un par de años en que la academia sueca divagó un poco, el jueves reconoció a la gran literatura, el instinto narrativo, el esfuerzo estilístico. Basta leer novelas comoLa Casa Verde oLa fiesta del Chivo, o su ensayo sobreLos miserables, para comprender queVargas Llosaera la mejor apuesta. Este año sí.