El cuerno del cruasán

Café y cigarrillos

JORDI PUNTÍ

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Me encontraba en la calle de Aribau, cerca de la Diagonal, y me apetecía tomar un café. Me acordé de un bar cerca de allí que había frecuentado años atrás. Era un local pequeño y estrecho, con una barra de unos tres metros y una mesa en una esquina. Ni siquiera había sitio para una máquina tragaperras, lo que era de agradecer. Me gustaba su carácter bullicioso pero simpático, con un propietario hiperactivo, socarrón y que nunca estaba de mal humor. En los momentos de más ajetreo, él y un camarero que le ayudaba se movían tras la barra en una coreografía perfecta. Cuando estuve frente al bar, en la puerta había un cartel que decía: «Espacio libre de humo… y de clientes». Entré y era verdad. Solo había una señora sentada en la mesa y un hombre que estaba pagando. Eran las once de la mañana. Pedí un café y pasé la mirada por el local. El propietario lo interpretó como una pregunta y me respondió:

-Sí, sí, es la ley antitabaco… He calculado que estoy perdiendo 100 euros al día, sólo con los cafés y los bocadillos del desayuno. Ya se lo he dicho al chico -señaló con la cabeza al camarero, que hojeaba elSport-,si la cosa sigue así, hará solo media jornada. Venía mucha gente de una empresa de aquí al lado. El café era la excusa para entrar y fumarse un cigarrillo. Como ahora ya no pueden, se quedan en el despacho y se toman el café de la máquina. Siempre decían que salía muy aguado, pero al final todos han desertado… No sabes lo que yo he perdido, con estos malditos políticos que nos tratan como si fuéramos criaturas. Y no hablo solo del dinero. Tienes que pensar que esto era como ver en directo un episodio deCámera Café.Lo sabía todo de sus vidas, especialmente de unos que venían siempre a las diez. Los lunes y jueves hablaban de fútbol. Estaban los que eran del Barça y el pobre infeliz del Madrid. También se quejaban mucho de su jefe… Yo aquí mudo, ¿eh? A veces le criticaban por déspota, o discutían si era cocainómano. De vez en cuando, el jefe entraba a tomar un café con un cliente y entonces comprendía lo que querían decir. Ahora es como si me hubiera quedado a medio capítulo. Había uno que quería dejarlo y marcharse a la competencia; otro que tenían que operarle de la rodilla; una chica con su cuñado en TV-3 que contaba chismes de los famosos; una pareja que eran amantes y solo lo sabía yo… Los echo de menos, tanto que estoy por poner una tele en el rincón y dejar toda la mañana esos programas del corazón.