Se buscan valientes

No nos engañemos, nos van los rebeldes. Ya lo sabían nuestras madres o abuelas cuando se prendían de la magnética mirada miope deJames Dean. Nos gustan los artistas rebeldes, los cantantes rebeldes y, parece ser, los políticos rebeldes.

Tomás Gómezno tiene los ojos azules deDean. Tampoco parece un joven conflictivo, pero ha plantado cara al jefe. Y ha ganado.

Gómezllevaba tres años trabajando en su candidatura, su discurso próximo a las bases y a la gente de la calle conformaban su personalidad y solo tenía una, pero notoria, carencia: era un desconocido.Zapateroy compañía se encargaron de solventar el problema. Intentaron descabalgarle conTrinidad Jiménez, peroGómezsacó pecho. No iba a permitir que el jefe, desde el despacho, declarase inútil su esfuerzo. Adoptó la postura de héroe de película. Soportó las jugadas sucias de la candidatura deJiménez. Aguantó el aquelarre de algunos medios, los mensajes negativos de las encuestas y el chorreo de los jerarcas socialistas. Pero nunca se le escapó una crítica aZapatero. Si los militantes buscaban un valiente, al fin lo habían encontrado.

Gómezha movilizado el voto. Por ánimo, coherencia, tozudez e independencia. Su victoria es, o parece ser, la victoria del político frente al aparato del partido. La de un individuo frente a un sistema. Un aliento épico entre vientos de monotonía. Tan solo hay que tomar nota.