Vestimenta, identidad y legislación

'Burkini' o el otoño de la razón

El Consejo de Estado francés ha restablecido el derecho y parado los pies a municipios de extrema derecha

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PERE VILANOVA

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La cosa no tenía pies ni cabeza, y nada menos que en Francia, templo de la laicidad como doctrina de Estado y donde el imperio de la ley se supone que pesa mucho. Por eso es tan importante la decisión -por cierto, rápida y de aplicación inmediata- del Consejo de Estado anulando las absurdas ordenanzas municipales contra el llamado burkini. Un órgano esencial, creado por… Napoleón en 1899, ha restablecido el derecho y parado los pies a algunos municipios de extrema derecha.

¿PROHIBIR BAÑARSE VESTIDO?

Dejemos que las imágenes hablen por sí solas, como suele decirse. Hace muy pocos días podíamos ver una foto en la que hasta cuatro policías franceses, pertrechados como Robocop o casi, pesadamente armados, rodeaban en una playa de la Costa Azul a una mujer. Dicha ciudadana estaba vestida del siguiente modo: unos leggins como los que llevan muchas chicas que hacen footing, una blusa azul claro holgada hasta medio muslo, ¡ah!, y un pañuelo a juego en la cabeza, que desde luego permitía perfectamente ver su cara mucho más que si llevara una pamela. Muchas de nuestras estudiantes van un día u otro así por nuestras aulas. Rodeaban a los policías que rodeaban a la señora una amplia variedad de indolentes bañistas, hombres y mujeres, y varias de estas llevaban biquinis que dejaban realmente poco margen a la imaginación. La ciudadana en cuestión era considerada en Niza o Cannes una amenaza nada menos que «al orden público», y como tal fue multada. Si yo fuera juez, que no lo soy, con esa normativa en la mano llegaría a la conclusión de que ahora resulta que en Francia está prohibido bañarse… ¡vestido! ¿Dónde sucede tal esperpento? En más de 20 localidades de la Costa Azul, pero tal prohibición no rige en muchas otras poblaciones vecinas, de manera que un derecho individual como el de bañarse vestido, cuando nuestras sociedades aceptan ya totalmente el toples, resulta que pasa a ser una competencia… municipal. Esto ya pasa en Catalunya, que tiene casi mil municipios y donde, si seguimos con el esperpento en curso, los ayuntamientos podrían legislar de casi mil modos distintos el uso del burkini u otras zarandajas. Y la cosa es muy grave, porque lo primero que conviene aclarar es si lo de vestir de una determinada manera, por motivos religiosos, culturales, musicales o filosóficos, tiene que ver con los derechos fundamentales de las personas.

LA LEY Y EL REGLAMENTO

Desde luego que la no discriminación por motivos ideológicos, religiosos, etcétera, no es tema que sea competencia municipal, porque es un tema de derechos fundamentales y como tal tiene que ser regulado por ley. En Francia, por la Asamblea Nacional; en España, por las Cortes. Y como tal ha de ser consistente con los principios del Estado de derecho, dentro de criterios de proporcionalidad a la hora de limitar derechos. Por ejemplo, Francia había resuelto correctamente mediante ley, hace pocos años, las limitaciones en cuestión prohibiendo tajantemente ir por la calle con el rostro cubierto, estrictamente por motivos de seguridad y precisando que cualquier persona ha de identificarse plenamente cuando es requerida para ello por los agentes de la autoridad. Es más, la norma jurídica con la que algunos ayuntamientos franceses prohíben eso que llaman burkini es lo que en francés se llama un arreté, es decir, una ordenanza municipal, que en ningún caso puede prohibir aquello que la ley permite. De modo que se plantea, como pueden ver, un problema múltiple de orden sociológico, político, cultural, pero sobre todo de consistencia jurídica entre la Constitución (la ley) y el reglamento (en este caso, ordenanza municipal). Que el problema es complejo nadie lo pone en duda, la prueba es que el propio Gobierno francés está seriamente dividido, a favor y en contra de tales prohibiciones. No digamos ya la clase política y, como es lógico en democracia, la propia sociedad francesa. A la chica más arriba mencionada, según periodistas presentes, los veraneantes circundantes le dijeron de todo y nada bueno, con alguna honrosa excepción.

NO TODO ESTÁ PERDIDO

Pero quedan esperanzas, porque el mismo día uno podía encontrar en internet dos noticias relacionadas con este tema. La Policía Montada del Canadá, los míticos mounties, cuya vestimenta no ha variado desde mediados del siglo XIX, ha autorizado reformar los uniformes para que las agentes de confesión musulmana puedan llevar un velo o hiyab (que no tapa la cara). En el anuncio oficial se dice que con ello se busca reflejar la diversidad cultural canadiense y atraer más ciudadanos musulmanes de ambos sexos al cuerpo policial. Si alguien cree que esto es inaudito, puede también saber a través de la red que la Policía Metropolitana de Londres autorizó esta misma medida hace… ¡diez años! Y ahora el Consejo de Estado en París. No todo está perdido.