SALIDA DE LA UE

'Brexit', una mala decisión

La primera ministra británica, Theresa May, abandonando la residencia gubernamental de Downting Street.

La primera ministra británica, Theresa May, abandonando la residencia gubernamental de Downting Street. / periodico

Rubén Herrero de Castro

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

A medida que avanza el proceso del 'brexit', se pone de manifiesto el inmenso error cometido por David Cameron cuando convocó el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea (UE). Una cuestión técnica, se lanzó al mar de los sargazos emocionales y allí los populistas son más fuertes, pues sólo han de rebuznar argumentos básicos con los que supuestamente resolverán las cuestiones complejas. Y ahí llevan las de ganar, mucho más, si los partidarios de permanecer se mostraban tibios, mientras repetían el mantra, al final las cosas buenas pasarán. Y como siempre sucede en los procesos de 'wishful thinking', no pasaron. Saltándome toda la corrección política, seré claro, en un entorno global competitivo regido por la racionalidad económica, la permanencia a la Unión Europea, no se pregunta, o sólo lo harás si sabes de antemano que ganará el sí de forma clara. Ser maquiavélico no es malo, significa ser pragmático y servir a los intereses nacionales de tu país, por encima de cuestiones personales o partidistas.

Es cierto, sólo un país como Reino Unido dotado de notables capacidades económicas y militares puede abandonar la UE. Lo cual, no significa que sea una buena decisión. Todo lo contrario, es muy mala. Dos poderes globales, Reino Unido y la UE, quedarán técnicamente aislados y deberán renegociar nuevos acuerdos para sustituir los cancelados. Ilógico que diría Spock. La pregunta correcta en este caso, no es si Gran Bretaña seguirá siendo poderosa, sino cómo es más poderosa, ¿dentro o fuera de la UE?. Claramente dentro de una estructura internacional donde eres relevante por tus capacidades políticas, energéticas y militares.

La famosa contribución neta de Reino Unido a la UE,  ahora se la ahorrarán, pero en su lugar deberán destinarse más fondos, sólo para suplir por ejemplo, la contribución de la política agrícola común al campo británico. Cuestiones solventadas por la libre circulación, como el aprovisionamiento de profesionales, particularmente en el área sanitaria, serán un problema principal. No es de extrañar que en los últimos documentos de seguridad nacional, se aborde la necesidad de “producir” profesionales de la salud de forma urgente. La certidumbre de pertenecer a un club de prosperidad en calidad de líder, se sustituye con incertidumbre y pérdida de peso financiero, que los mercados tienden a no recompensar. Todo ello, por no mencionar las tensiones territoriales que se producirán en el seno de Gran Bretaña. No olvidemos que el 'brexit' fue ampliamente rechazado en Escocia e Irlanda del Norte.

¿Un nuevo referéndum?

En semejante situación, Theresa May, debilitada por los resultados electorales, ha perdido una votación en el parlamento, por la cual será este quien tenga la última palabra para aprobar o rechazar el acuerdo final de salida de la UE. No sería mala idea abandonar el fantasma de Enrique VIII y guiarse por el de Maquiavelo, dejando que el parlamento británico rechace el acuerdo y terminando por plantear un nuevo referéndum. Lo reconozco, es 'wishful thinking', pero es tan tentador.