LA CLAVE

Bolsonaro y el supremacismo de la izquierda

Un seguidor de Bolsonaro muestra la foto del dirigente.

Un seguidor de Bolsonaro muestra la foto del dirigente. / periodico

Albert Sáez

Albert Sáez

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No solo el nacionalismo tiene una pulsión supremacista. También la tienen el resto de ideologías políticas. También la tiene la izquierda como ha señalado Ignacio Sánchez-Cuenca en su último libro donde la llama “superioridad moral”. Ciertamente, la izquierda tiende a pensar que sus ideas son mejores que las del resto del arco político y, sobre todo, tiende a pensar que hay una serie de individuos que forman parte de determinadas clases sociales o que padecen determinadas condiciones socioeconómicas que están “obligados” a votar por ella. Cuando los pobres trabajadores y trabajadoras se “desvían” de la recta doctrina -como ha pasado ahora en Brasil- la izquierda corre a buscar culpables externos: el clientelismo de la derecha, la manipulación de la televisión, antes, o de los bots rusos -ahora-, y la falta de “conciencia” de clase. Nunca son sus programas, sus candidatos y sus errores los que explican la victoria electoral de los adversarios. En eso son igualitos que el nacionalismo más reaccionario. En Catalunya, por ejemplo, llevan cuarenta años sin hacer la más mínima autocrítica. Sustituyen el “España nos roba” por el “TV3 manipula”. Lo curioso es que al mismo tiempo reconocen que sus potenciales votantes no ven nunca la televisión catalana. Los deben abducir por telequinesia.

El supremacismo de izquierdas es sumamente reconfortante para el alma humana. Se puede seguir llevando una plácida vida neoliberal y cuando se trata de explicar los males del mundo, siempre son culpa de otros. Ahora les toca a los bancos y al independentismo. Un error en el reglamento tributario de un ministro socialista se tapa con el chorreo por el rescate de Rajoy a los depósitos de la banca española. El crecimiento de Vox es responsabilidad de Puigdemont Junqueras, aunque en Francia haya quedado más que demostrado que el voto a la extrema derecha proviene fundamentalmente de la extrema izquierda. Y si las explicaciones flaquean, siempre queda el populismo como bálsamo de Fierabrás. El mundo seguirá yendo mal como pronosticó el gran Tony Judt mientras la izquierda no lea sus escritos. Y el resultado es la proliferación de tipos como Bolsonaro