IDEAS

Bolaño en Chicago y... ¿en Broadway?

JOSEP MARIA POU

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El sábado por la noche (con la diferencia horaria a la que obliga el movimiento de la Tierra alrededor del sol) se estrenará en Chicago una adaptación teatral de '2666' de Roberto Bolaño, producida por el prestigioso Goodman Theatre de esa ciudad, adaptada y dirigida por Seth Bockley y Robert Falls, resultado de nueve años de trabajo, destilados en un espectáculo de cinco horas y tres intermedios.

Se trata de una nueva puesta en escena, distinta de aquella que estrenaron Àlex Rigola y Pablo Ley durante el Grec del 2007 en el Teatre Lliure. Un montaje que deslumbró (y conmocionó) a mucha gente, que acaparó premios a carretadas, que recorrió España en gira triunfal y que, años más tarde, en el 2014, el mismo Rigola reprodujo, con actores alemanes, en la histórica Schaubühne de Berlín.

Ahora la novela de Bolaño da el salto a los escenarios americanos con una nueva mirada, la de Robert Falls, de 81 años, director de larguísima carrera (muy amante, por cierto, del teatro que se hace en Barcelona, ciudad en la que recala muy a menudo) y del que he visto buenísimos montajes de clásicos americanos como 'La noche de la iguana', 'La muerte de un viajante' y 'El largo viaje del dia hacia la noche', entre otros. Falls se dejó llevar también por la tentación del teatro musical y dirigió, en Broadway, 'Aida', de Elton John y Tim Rice. En una conversación de sobremesa, en Londres, me confesaba: "Con lo que gané en 'Aida' [cuatro años en cartel en Nueva York y gira por medio mundo] he podido comprarme la mansión de mis sueños, algo que consideraba incalcanzable y que, en cualquier caso, nunca había podido conseguir haciendo O’Neill, Miller, Chejov o Shakespeare".

Cuenta Falls que, paseando por las calles de Barcelona, durante uno de sus viajes, se sintió atraído por el colorido de unos carteles publicitarios que enlazaban el numero 2666 con multitud de cruces de color rosa en un paisaje desértico. Era el anuncio de la producción del Lliure. Aquella imagen le perturbó. Tuvo que esperar a que se publicara la traducción inglesa de la novela para leerla y decidir, ipso facto, que aquellas cinco 'partes' en una iban a ser la producción más ambiciosa (y costosa) en la que jamás se había embarcado el Goodman Theatre.

El resultado se verá ahora en Chicago, donde se estrena con gran expectación y con los ojos ya puestos en Broadway.

Algo que nunca pudo imaginar, supongo, ni el mismísimo Bolaño.